¿Un cinéfilo tiene que ver las películas en sala, o eso es cosa del pasado? ¿Hay que distinguir cinéfilo de seriéfilo? ¿Con qué criterio repartimos carnés de cinefilia? ¿O debemos aceptar como cinéfilo a todo el que dice serlo? ¿Para que te guste el cine hay que saber de cine? Hablemos de todos estos debates clásicos y siempre pendientes de resolver sobre la cinefilia.
PRINCIPIOS DE CINEFILIA QUE TODOS LOS CINÉFILOS DEBEN SABER
Una discusión recurrente en las redes sociales y en todo tipo de tertulias reales o virtuales es la de la cinefilia, qué es un “cinéfilo” o un “auténtico cinéfalo” (y, por lo tanto, un “falso cinéfilo”). Vamos a intentar salir de la reducción al absurdo maximalista habitual en redes sociales en la que si alguien no ha visto la obra completa de Bergman o Antonioni no tiene idea de cine, ni derecho a opinar ni casi derecho a existir, o, por el contrario, quien intenta acotar o definir el término “cinéfilo” es un clasista con complejo de superioridad que se considera con derecho a repartir carnés.
Reivindiquemos un espacio intermedio entre estas dos posturas extremas para dialogar, intentar reflexionar e intentar responder a todo lo que usted siempre quiso saber sobre la cinefilia y nunca se atrevió a preguntar.
🎬 ¿Hay que aceptar el bienquedismo como cinefilia?
Hace muchos años una modelo cuyo nombre tendremos la delicadeza de no mencionar asistió a la presentación de una novela recién publicada de Mario Vargas Llosa. Al preguntarle la prensa que cubría el sarao si era admiradora del escritor respondió entusiasta que por supuesto era una gran fan y que se trataba de uno de sus autores favoritos. Pero los indiscretos periodistas le preguntaron a continuación cual era su obra favorita del protagonista del evento, y la joven, que no debía conocer el título de ninguna, se vio entre la espada y la pared obligada a confesar que no había leído un solo libro del autor de La ciudad y los perros, pero que naturalmente tenía intención de leer varios en breve.
Seguro que todos conocemos a alguien que se ha metido en un berenjenal semejante, o incluso nos ha pasado alguna vez a nosotros mismos con la suerte de que no había ninguna cámara delante para grabarlo. Poca gente tiene la valentía, o tal vez la imprudencia, de admitir que no le gusta leer, y lo mismo ocurre si preguntamos a cualquiera si es aficionad@ el cine. El 95 % de la población, o incluso más, dirá que sí, aunque tal vez muchos añadan aquello tan socorrido de pero no tengo tiempo para ver todo el que me gustaría. ¿Pero las aficiones no serían aquello para lo que sí encontramos tiempo a pesar de lo ocupadísimos que estamos? ¿Cuántos de los que ponen en los perfiles de las aplicaciones para encontrar pareja que les gusta el senderismo pisan alguna vez el campo?
¿Cinéfilo es sencillamente aquel que declara serlo o le pedimos algún requisito más? La primera opción supone dejar la palabra vacía de contenido, convertir la cinefilia en un cliché más sin significado real a añadir al “sincero y amigo de mis amigos“, y aceptar también, por analogía, que la modelo mencionada es una gran fan de Mario Vargas Llosa porque dice serlo, aunque no conozca el título de ninguno de sus libros. Pero la segunda opción supone ya entrar en el terreno minado de acotar el término, es decir, de ser un odioso engreido que va por ahí repartiendo carnés, según los trolls de Twitter.
Como suele ocurrir, la elección no es fácil; no obstante convendría recordar que ser cinéfilo no te hace mejor ni peor persona, por lo que tampoco debería verse como una ofensa considerar que alguien no lo es.
🎬 ¿La seriefilia es cinefilia?
Las redes sociales están llenas de supuestos cinéfilos de Netflix y de HBO que no pisan una sala de cine y solo muy de tarde en tarde ven alguna película, aunque cada vez se distingue más entre cinéfilo y seriéfilo. El cine y las series de televisión tienen en común el ser formas de narrativa y productos audiovisuales que comparten un lenguaje básico, pero no son lo mismo. Aunque pueda haber casos en que se acerquen mucho, como series en las que cada capítulo es autoconclusivo e independiente como Black mirror, o películas que forman parte de una saga y necesitan de otras anteriores y posteriores para completarse, estas no dejan de ser excepciones a la norma. También puede haber libros o comics que utilicen un lenguaje influenciado por el cine y no por ello pasan a ser películas. Una película es una película y una serie es una serie; lo primero es cine y lo segundo es televisión.
Igual es mejor replantearse el cliché de que el cine es algo superior a la televisión, o que un cinéfilo tiene más categoría que un seriéfilo, antes que decir que las series y las películas son lo mismo. Por otra parte, los seriéfilos reprochan a los cinéfilos que no los admitan en el seno de su comunidad por un supuesto elitismo, pero habría que tener en cuenta que muchos seriéfilos a su vez tienen todavía más cuidado en diferenciarse de los amantes de los realities, aunque unos y otros pasen el mismo número de horas frente a la pantalla del televisor viendo contenidos hechos para televisión. Los seriéfilos que se ven diferentes a los teleadictos no tendrían derecho a criticar a los cinéfilos que se ven diferentes a los seriéfilos.
🎬 ¿Netflix ha sustituido a las salas de cine?
La cantinela del fin del cine lleva repitiéndose ya más de 60 años; en ese tiempo el cine en salas ha sobrevivido a la televisión, el videoclub, el Laser Disc, el DVD, el BlueRay y la piratería en Internet, innovaciones que iban a traer todas y cada una de ellas, según los influencers de la época, el cierre definitivo de las salas de cine. Nada hace pensar que esta vez vaya a ser diferente y que Netflix y HBO, las grandes estrellas del momento, no vayan a sucumbir dentro de unos años a otras formas de entretenimiento doméstico, igual que sucumbieron en su día las moderneces hoy obsoletas del pasado, mientras las salas de cine (y las de teatro, cuyo cierre definitivo los modernitos parece que se han cansado por fin de anunciar en vano) seguirán ahí con cabezonería. Lo que sí vivirá probablemente un antes y un después de las plataformas es la televisión, puesto que ese es el campo al que estas pertenecen.
🎬 ¿La cinefilia de sofá es cinefilia?
Hasta los más fanáticos de Netflix y HBO admiten que su oferta de cine no está a la altura de la de series, por no decir que es bastante mejorable. No obstante, algún avance ha habido en ese sentido y, suponiendo que existan usuarios de estas plataformas que se dediquen principalmente a ver películas, ¿se les puede considerar cinéfilos si no frecuentan, o apenas lo hacen, el cine en salas?
Los argumentos más habituales de estos cinéfilos que apenas pisan las salas son la cuestión económica, la distancia de sus domicilios a los cines y la supuesta falta de educación de los espectadores. Respecto al primer asunto, muchas salas tienen descuentos y tarjetas de fidelidad con las que permiten al espectador habitual disfrutar de precios bastante razonables, mientras que es cierto que el espectador esporádico de fin de semana paga precios altos por la entrada. No obstante, las tarifas planas de Internet tampoco son precisamente baratas, y el pago extra de una plataforma no es desde luego un artículo de primera necesidad, por lo que no es muy creíble que un abonado de Netflix o HBO¨pretenda pasar por un pobre de solemnidad que no se puede permitir ir al cine.
La TV o el equipo de sonido es otro gasto a tener en cuenta para disfrutar de una experiencia inmersiva desde el sofá, aunque hoy en día existen equipos de sonido para casa con muy buena relación calidad precio como los de este listado.
El no tener salas cerca sí puede ser un problema para la población rural; no obstante, la mayoría de la población española actual vive en ciudades o en la periferia de las mismas y no parece tener grandes problemas para acudir con frecuencia a grandes superficies comerciales; sin embargo, por algún motivo ir al cine sí les supone un enorme sacrificio a muchos de los grandes cinéfilos que pueblan las redes sociales. Aquí sería de nuevo de aplicación el principio de que una afición es algo para lo que conseguimos sacar tiempo y dinero pese a las dificultades.
Y de la falta de educación de la juventud actual porque esto en mis tiempos no pasaba, es un topicazo que no merece mayor comentario. Quien quiera ver la película de estreno que va a ver todo el mundo el sábado por la noche cuando va todo el mundo, pues se va a encontrar colas y una sala repleta en la que es altamente probable que alguien coma palomitas o encienda el móvil en algún momento. Ir al cine es un acto social, por lo que la cinefilia no es del todo compatible con la misantropía ni con el elitismo. Hasta los años 70 del siglo pasado era habitual entrar en la sala a mitad de la película y la gente hablaba, comía, fumaba y se metía mano durante la proyección; ahora a muchos les molesta que alguien esté comiendo palomitas cuatro filas delante. ¿Cuándo nos hemos vuelto tan bordes?
🎬 ¿Puede ser considerado cinéfilo quien no conozca a ….?
Hace poco un conocido rajaba de la incultura de la nueva generación, con la que era imposible ninguna conversación ni entendimiento mutuo porque no conocían referencias culturales imprescindibles, según mi interlocutor, como la serie V. Y lo decía en serio, como si V fuera el Quijote. Me parece un buen ejemplo de lo coyuntural, generacional y subjetiva que es la idea de cultura básica, así como de una preocupante falta de empatía; para la mayor parte de la población parece que la cultura básica es lo que ellos conocen. Pensamos que lo que desconocemos nosotros no es por nuestra ignorancia sino porque no es relevante, mientras que lo que no conocen los demás y nosotros sí, es un síntoma de su incultura y de la degeneración de Occidente.
Para quienes están en la cuarentena saber mucho de cine consiste en haberse visto todo Spielberg, Los goonies, Gremlims y la saga de Regreso al futuro, y el resto carece de importancia, mientras que para la generación siguiente la vara de medir es Tarantino y David Fincher. Los hipsters, por su parte, desprecian a unos y a otros por su gusto tan comercial y para ellos el cine empieza y acaba en Wes Anderson y Michael Haneke. Y por último, los puretas desprecian a su vez a los comerciales y a los hipsters porque no conocen el cine clásico del cual todo el cine actual es un pálido y prescindible reflejo; estos a su vez se dividen en dos grupos enemigos acérrimos entre sí: los mitómanos de Hollywood que adoran a Orson Welles y Billy Wilder y que todavía no han asumido que las películas se hagan en color, y los antiguos gafapastas y culturetas que siguen viviendo eternamente en los años 70 y pensando que Bergman, Fellini y Antonioni son el último grito. Todas estas tribus o sectas tienen en común el considerarse como los únicos cinéfilos autenticos y creer que quien no tiene sus mismos gustos no sabe nada de cine. Y esto por no hablar de los depuradores culturales, más conocidos habitualmente como ofendiditos, que han acabado de enrarecer el ambiente y que darían para todo un artículo aparte.
🎬 ¿Se puede conocer todo el cine?
Es importante recordar que cinéfilo quiere decir amante del cine, no necesariamente erudito. Y viceversa, se puede uno saber de memoria las películas que tiene que mencionar para quedar muy cool en una conversación (pseudo)intelectual y no sentir ninguna pasión por el cine. Pero por otra parte para amar algo hay que conocerlo. El problema es definir ese conocimiento; me temo que, por lo que comentábamos, es imposible llegar a un acuerdo respecto a que obras o que autores constituirían un conocimiento básico del cine porque cada uno va a pensar que las películas y directores fundamentales son los que estaban de moda cuando él / ella tenía menos de 20 años.
En todo caso parece que lo más razonable sería huir de extremos; quien solo ve cine de ahora o solo cine comercial tiene una laguna muy grande, pero también quien solo conoce los clásicos del pasado y mira todo lo actual por encima del hombro, siguiendo el concepto rancio de que solo las cosas antiguas que cuelgan en un museo son cultura. Por otra parte, una enorme cantidad de aficionados conoce solo el cine americano y ni se plantea que eso es una limitacion importante; para ellos cine es Hollywood y nada más. El que además conoce algo del cine francés, japonés o italiano ya tiene un horizonte algo más amplio, pero hay muchos más países en el mundo. Tras más de 120 años de historia, el cine se ha convertido ya en algo inabarcable y hasta el cinéfilo más empedernido y multicultural no conoce más que una pequeña parte del mismo.
🎬 ¿Cinéfilo es quien le gustan las buenas películas?
El concepto de buena película ya vimos que es tremendamente generacional y relativo. Es divertido que algunos piensen que ser cinéfilos, palabra que quiere decir amante del cine, consiste en que solo te gusten cuatro clásicos y rajar sin parar de casi todo el cine que ves; en general el definirse en negativo, soy cinéfilo porque NO me gustan determinadas películas, es síntoma de una actitud borde ante la vida.
En el extremo opuesto, el de la shiny happy people a quienes todo les gusta, desde las obras más reconocidas del cine mudo hasta la serie Z, se puede confundir la cinefilia con la cinefagia, que es tragarse todo lo que te llega a las pupilas sin criterio ni espíritu crítico. Si el cine te gusta mucho, entonces el cine no te puede dar igual.
🎬 Pero entonces, ¿qué es ser cinéfilo?
Cuantas más vueltas les da uno a todas las preguntas anteriores menos clara queda la cosa. Lo más sencillo probablemente sea volver al origen de la palabra: cinéfilo es quien le gusta el cine, por lo que debería ser capaz de disfrutar con las películas, de apreciar la diversidad de épocas, culturas y estilos, y de tener un cierto interés por conocer algo más de lo que ya sabe. Tal vez perder el tiempo pensando en alguna de las preguntas anteriores sea una buena prueba de cinefilia, y probablemente quien haya sido capaz de leer esto de arriba a abajo tenga derecho a un carné de cinéfilo que adjuntaremos en breve a la página.
Última actualización: 30/10/2020