En este duodécimo capítulo de Modern Family titulado “Big guns”, los Dunphy vuelven a vérselas con sus vecinos. Un barco será el objeto que desencadenará una guerra entre ambas familias. Mientras tanto, Cam y Mitch discutirán sobre el futuro de Lily y Jay y Gloria discreparán sobre la educación del pequeño Joe. Si quieres saber cómo continúa la historia sigue leyendo pero ¡¡alerta spoilers!!
El barco de la discordia
Los vecinos de los Dunphy poseen un pequeño barco que tienen aparcado a la entrada de la casa, lo que dificulta que Claire pueda aparcar su coche en la entrada de su propia casa. Además, el barco es una monstruosidad, por lo que quieren deshacerse de él, todos menos Phil que prefiere mantener las aguas tranquilas con sus vecinos.
Antes de llamar a la justicia, Claire y Phil optan por conversar de forma amistosa con sus vecinos. Sin embargo, la cosa se tuerce cuando Claire confiesa la verdad. El buen rollo se ha terminado, las descalificaciones hacia el barco hortera, el pelo de Claire y el bizcocho de Phil desatan lo que parece una guerra.
Para vengarse de sus vecinos y para que prueben de su propia medicina, Phil llama a su padre y a sus amigos para que aparquen con sus caravanas justo delante de la entrada de sus casas. Ahora tendrán que lidiar con una calle ocupada por unos “simpáticos” jubilados. ¡La guerra ha comenzado!
Lo que para Phil era una venganza segura, todo se vuelve en su contra cuando su propio padre y sus amigos se alían con su gran enemigo. Los viejos han hecho muy buenas migas con el vecino e incluso disfrutan de la marihuana proporcionada por Ronnie, lo que desemboca en una fiesta en la que los Dunphy no están invitados.
Cuando Ronnie y Phil lo estaban solucionando todo y haciendo las paces, aparece la policía que ha sido reclamada por Claire, lo que vuelve a levantar el hacha de guerra, ahora que habían conseguido que se llevaran el barco y que la paz regresara a la vecindad, todo vuelve a estar como antes, ¿lograrán algún día llevarse bien?
Alegrándose la vista
Luke no quiere que su madre interceda y obligue a los vecinos a retirar el barco, el joven disfruta viendo a su atractiva vecina broncearse al sol. Pero cuando Luke decide bajar y saludarla, la vecina le advierte que sabe que le espiaba desde su ventana. ¡Menuda pillada!
A pesar de la negativa de su vecina, Luke no se da por vencido e intenta impresionar a la joven pero sin los resultados esperados. Al final, el chico le acaba confesando que no sabe cómo actuar ni qué decir cuando está delante de ella pero, al mismo tiempo, no puede dejar de pensar en ella.
Tras la confesión, la chica le cuenta un secreto, se hace la dura porque nunca ha estado con un chico por lo que Luke aprovecha para contarle que él tampoco ha estado nunca con una chica. La joven sólo se burlaba de él y le dice que se marche con su mamá, dejando al pobre Luke atónito.
Aconsejado por su hermana Alex, Luke opta por ignorar a su vecina, salir al patio, recoger el periódico y hacer como si nada hubiese pasado. La técnica funciona puesto que la vecina empieza a mosquearse por no tener la atención de Luke… ¿supone esto el inicio de una posible relación?
Lizbo, el payaso del mal
Cam ha llevado a escondidas de Mitchell a la pequeña Lily a clases de payaso para niños. Sabía que a Mitch no le iba a agradar la idea puesto que no le gusta esa faceta de su marido. Sin embargo, su intento de ocultarlo ha sido en vano, ¡Mitch ha descubierto el pastel!
Para demostrarle a Mitchell que Lily lleva “en la sangre” lo de ser payaso gracias a él, Cam obliga a su marido a asistir a una representación. Si no se ríe con el número que tienen preparado, no dejará que Lily vuelva a la escuela de payasos. El show que ambos realizan abochorna a Mitch, hasta que la pequeña se sale del número golpeando a su padre, cosa que hace disfrutar a Mitchell.
Al ver que a Mitch le hacía gracia que Cam recibiera tortazos, Lily se lanza a la aventura y gasta diversas bromas a su padre. Solo que lo que ella cree que son bromas y juegos, se convierten casi en una tortura para Cam que no soporta la nueva faceta “cómica” de su hija.
Cam culpa a Mitch de haber puesto a Lily en contra de lo que él ama, el arte de hacer reír a la gente a través de su personaje de payaso. Por su culpa ahora vive con miedo de tropezarse con alguna de las malvadas bromas de la pequeña.
Lily confiesa la verdad a Mitch, las bromas pesadas no las hace porque piense que son graciosas sino porque ha estado intentado ser un mal payaso para que Cam le dijera que lo dejara. La pobre no quiere herir los sentimientos de su padre así que a la hora de contarle la verdad le añade una pequeña mentirijilla: no quiere seguir siendo payaso porque nunca podrá ser tan buena como Fizbo y eso es mucha presión.
El trono para el rey
Jay ha comprado un orinal para Joe, está cansado de ir a comprar pañales y que los dependientes piensen que es para él… Pero Gloria cree que es demasiado pronto para el pequeño y no quiere forzarle o causarle algún trauma, todo a su debido tiempo.
Manny descubre que de pequeño no era un genio como él mismo pensaba sino que su madre lo exageró todo para que confiara más en si mismo. Sin embargo, el hijo de Gloria sí que tiene algo que le hace especial, su sensibilidad y el buen entendimiento. Además, ¿hay algo más especial que ser un hombre mayor en cuerpo de adolescente?
Mientras tanto, Jay continúa con su intención de que el pequeño Joe haga sus necesidades en el orinal. Pero gracias precisamente a Manny, se da cuenta de que lo mejor es no forzarle. Ahora tiene más tiempo para estar con su hijo, no como cuando crió a Claire y Mitch, ahora tiene una segunda oportunidad.
Conclusiones
Si la semana pasada Modern Family nos sorprendía con un buen capítulo, en esta ocasión, “Big guns” es un episodio entretenido sin más. No es malo pero tampoco sorprende. Por lo menos nos deja con el futuro incierto entre Luke y la vecina o los posibles problemas y rifirrafes entre los Dunphy y sus vecinos.
Puntuación: 7,5
Última actualización: 17/01/2015