Pocos días quedan para el estreno de El Lobo de Wall Street, un film protagonizado por Leonardo DiCaprio, que actúa bajo la batuta del polifacético Martin Scorsese. Casi 50 años han transcurrido desde su primer largometraje “Who’s that knocking at my door?”, de 1967.
Martin Scorsese, estadounidense de ascendencia italiana, ha conseguido muchos éxitos en su vida y no menos fracasos, ha cumplido sueños y visto cómo algunos deseos se frustraban. Descubrió a Robert De Niro y fue quien más aprovechó su talento. Actualmente su actor predilecto es Leonardo DiCaprio, con quien ya ha colaborado cinco veces. Sin embargo tuvo que contar con Jack Nicholson una sola vez, en Infiltrados, para conseguir el Premio Oscar de la Academia que llevaba 8 ceremonias escapándosele de las manos.
Como en las buenas películas, todo comenzó con un buen grupo de amigos. Francis Ford Coppola presentó a Martin Scorsese a un joven llamado Robert De Niro, y la amistad fraguó de inmediato. Con Harvey Keitel como protagonista rodaron Malas Calles (1970), sin demasiado éxito de taquilla, aunque bien valorada por la crítica y, sobre todo, una experiencia satisfactoria para todos los implicados que disfrutaron trabajando juntos.
Años más tarde, en 1976, Paul Schrader se divorció. Este hecho intrascendente llevó al guionista a vivir una serie de noctámbulas experiencias en la ciudad tan intensas que le sirvió para escribir la historia de Taxi Driver, que hizo llegar a Scorsese. Esta vez el director escogió a De Niro como protagonista (estaba en un ascenso imparable tras su participación en El Padrino II) y Harvey Keitel fue secundario. El film fue un éxito rotundo, todos los actores implicados fueron elevados a un estatus superior en el sector, incluida una jovencísima Jodie Foster y el dominio de la violencia realística fue, desde entonces, un sello inconfundible del director.
Pero igual que Schrader o que el personaje de Taxi Driver, Martin Scorsese cayó en un pozo negro y sin fondo. Con una gran adicción a la cocaína, sin aspiraciones para superar su obra maestra y con la absoluta certeza de que sería su último título, hizo llamar a Robert De Niro para un film definitivo, Toro Salvaje. Aunque con miedo a un rechazo exacerbado, rodó la película en blanco y negro, lo que posteriormente fue considerado un acierto para reflejar una violencia y un drama con un sentimentalismo como pocos.
La vida de Jake LaMotta se inmortalizó de tal manera con el séptimo arte, que supuso todo un derechazo al desvalido alma de Martin Scorsese, y le sirvió para despejarse y abrazar la vida con ilusión y numerosos nuevos proyectos. Entre ellos estaba La pasión de Cristo, pero enfrentarse a los religiosos sin apenas fuerzas le impidió luchar de igual a igual con Paramount Pictures, que terminó desechando el proyecto. También quería hacer la mejor película de mafiosos de la historia “Gangs of New York”, pero su ambicioso espíritu necesitaba más dinero y tuvo que esperar hasta 20 años para conseguirlo.
De esta forma, Scorsese fue haciendo documentales y participando en proyectos colaborativos como el de Coppola y Woody Allen, Life Lessons (1989). Incluso se acercó al entorno mafioso con Uno de los nuestros aprovechando la fama de aquél momento de Ray Liotta, con Robert De Niro como principal reclamo y con Joe Pesci recuperado. La narración de la vida de estos tres mafiosos de Nueva Jersey ha sido motivo de análisis históricos como fiel reflejo del comportamiento de las bandas mafiosas en la época.
Se apartó de este turbulento género con thrillers no menos violentos. El Cabo del Miedo (1990) contaba con De Niro como un psicópata que perseguía a Nick Nolte y su familia, tras salir de la cárcel. En 1993 se valió de Daniel Day-Lewis, Michelle Pfeiffer y Winona Ryder para homenajear al director Luchino Visconti en el drama social La edad de la inocencia.
Regresó en 1995 al mundo mafioso por la puerta grande con Casino, un melodrama de 3 horas, protagonizado, cómo no, por De Niro y Joe Pesci, junto a Sharon Stone, que mostraron el nacimiento de los casinos en Las Vegas y el papel de los mafiosos en el control del juego de muchos ellos.
En 2002 por fin pudo realizar su soñada Gangs of New York, una retrospectiva del auge de la ciudad de la Gran Manzana y del papel de las bandas callejeras en su desarrollo, desde que no era más que un conjunto de calles con casas de madera cerca del mar. Más de 100 millones de dólares y Leonardo DiCaprio no le valieron para conseguir el Oscar. Tuvo que esperar a que Jack Nicholson les apoyara en 2006 con Infiltrados, un thriller, remake de la película hongkonésa Infernal Affairs, sobre la participación de un infiltrado de la policía en bandas mafiosas locales. Un film que tenía de todo, desde un buen montaje hasta unas interpretaciones increíbles. Consiguió el Oscar al mejor director y otros tres más. Por fin, Martin Scorsese cumplía su ansiado sueño.
Desde entonces, ha seguido narrando el desarrollo de la ciudad de Nueva York y de la sociedad norteamericana en general, durante la segunda mitad del siglo XX. Ha participado como productor en la serie Boardwalk Empire, de recomendable visionado por todos los fans, así como también dirigiendo el thriller psicológico Shutter Island.
Tanto en Shutter Island, como en la actual El Lobo de Wall Street, Scorsese sigue confiando en el buen hacer de Leonardo DiCaprio. Esta vez con un tono más jocoso y cálido que en sus anteriores films, pero igualmente tratando asuntos turbios y basándose en hechos reales. Gracias a este espectacular director conocemos cómo fue construyéndose Estados Unidos hasta la actualidad. Al menos cómo movieron los hilos desde los rincones más oscuros. Y ojalá que sigamos disfrutando de las películas de Martin Scorsese durante mucho tiempo.
Última actualización: 10/01/2014