Javier Calvo y Javier Ambrossi, Los Javis, han adaptado en formato de serie televisiva Ni puta ni santa, la biografía de La Veneno, un icono de la televisión de los años 90, narrando en paralelo su vida con la de su biógrafa, Valeria Vegas. Veneno, disponible en ATRESplayer Premium, es una de las series del año por su enorme habilidad sociopolítica a la hora de reinterpretar al personaje, pero también por suponer, pese a ciertas limitaciones, un salto cualitativo en la carrera de los creadores de La llamada y Paquita Salas.
VENENO de Javier Calvo y Javier Ambrossi
Que Valeria Vegas tuviera que autoeditar la biografía de Cristina Ortiz, La Veneno, porque ninguna editorial estaba interesada en el proyecto y que en cambio la adaptación audiovisual del libro haya sido el producto estrella este año de una de las grandes cadenas de televisión nacionales puede dar una idea de los vaivenes del mercado y de la fina línea que puede separar el éxito masivo del ostracismo. Pero no es sorprendente que el relato de la vida de La Veneno haya vivido los mismos caminos de ida y vuelta entre la marginación y la popularidad que marcaron esa misma vida.
Lo de Los Javis es puro teatro
En lo estrictamente narrativo, Veneno, muestra a la perfección tanto las virtudes como las limitaciones, ambas evidentes, de sus creadores, Javier Calvo y Javier Ambrossi. Unas y otras derivan de lo mismo: los Javis son gente de teatro que domina a la perfección los recursos de ese medio pero que no consiguen dar del todo la talla a la hora de aportar soluciones más propias de un medio audiovisual.
Esto se ve a la perfección en el excelente trabajo llevado a cabo con las actrices, puesto que los personajes masculinos, aunque también están muy bien, son clara minoría en el reparto. Cada intervención de Paca la Piraña es una fiesta y la serie saca lo mejor de un montón de intérpretes no profesionales o con muy escasa experiencia, lo que trasluce la complicidad total que sus autores han conseguido con ellas.
El segundo punto fuerte es el trabajo llevado a cabo en el guión a la hora de insertar intervenciones reales y muy conocidas, de hecho disponibles en Internet, de La Veneno dentro de una estructura de narración en paralelo entre los avatares de la protagonista y la vida, no sabemos hasta qué punto real hasta qué punto inventada, de su biógrafa Valeria Vegas, un adecuado contrapunto dramático, además de político, como veremos a continuación. Por último, también están muy logradas, pese a lo teatral del recurso, las superposiciones de escenas que consiguen que el pasado y el presente compartan la pantalla e interactúen.
En cambio otros aspectos que requieren un mayor concepto audiovisual están bastante más descuidados, como la falta de constancia en la mencionada estructura narrativa en paralelo, que desaparece en varios de los capítulos provocando caídas de ritmo, el insuficiente dominio del formato de serie televisiva que demuestran los autores, con unos capítulos antepenúltimo y penúltimo que parecen autoconclusivos y que podrían, y tal vez deberían, haber sido los últimos, y en general lo plano del lenguaje audiovisual empleado, que no llega a explotar todas las posibilidades del guión.
De una realidad punk a una ficción Disney
Cristina Ortiz fue el personaje más punk jamás habido en la historia de la televisión en España; su actitud profundamente irreverente e indómita, su lenguaje soez y la traslación en directo y sin censura a los platós de televisión de unos modales curtidos en la prostitución callejera dejaron estupefacta a una audiencia todavía masiva en unos años 90 donde prácticamente no existía Internet, la oferta televisiva estaba apenas empezando a diversificarse, y la pequeña pantalla tenía un poder y una libertad que con la llegada del nuevo siglo le serían arrebatados para siempre.
Veneno triunfa de pleno a la hora de adaptar este personaje tan singular a la realidad actual. Con gran habilidad, los autores del producto han construido un relato, no solo apto para la generación “copo de nieve“, sino encajado a la perfección en el rigidísimo molde de la más absoluta ortodoxia política del presente, con guiños al movimiento feminista incluidos, convirtiendo a Cristina Ortiz en la heroína activista LGTBI que nunca fue y en la víctima de la transfobia que nunca quiso ser a través de una serie que consigue insertar, sin producir sensación de discontinuidad, escenas de sexo hardcore dentro del tono ñoño y mainstream que caracteriza a los autores de La llamada.
Crear verdades a partir de mentiras es fácil y cualquier medio de comunicación sabe hacerlo, pero se puede decir que Los Javis construyen una mentira a partir de verdades, que es algo mucho más complicado y que, al margen de otras consideraciones, requiere talento. No es necesaria una bola de cristal para predecir que estamos ante la cumbre de su carrera; han encontrado un material como la biografía Ni puta ni santa, que encajaba a la perfección con sus inquietudes, y han sabido explotar su potencial, además de dar a la Veneno el homenaje que sin duda merece.
Tráiler oficial de la miniserie de Atresmedia Player Premium VENENO
