Corren tiempos difíciles para el cine infantil, si es que existe algo así hoy en día. Los últimos años, y ya son muchos, el mejor cine de animación se aleja cada vez más del público al que, en teoría, apuntan sus lanzamientos. Disney, Pixar, Aardman, Leica, Illumination… todos ofrecen productos de altísima calidad, pero curiosamente, todos provocan más pasión en los adultos. Y los que consiguen conectar con los más pequeños terminan siendo subproductos carentes de emoción o alma.
Bien, ahora llega el turno de Paddington, la película que mejor ha sabido manejar la adaptación de una serie de cuentos de preescolar hacia todos los públicos, pero sin dejar de ser un film 100% infantil.
A finales de los cincuenta, Michael Bond creó al osito Paddington, una adorable criatura llegada del oscuro Perú a Londres en busca de una familia. Libros, series de animación, marionetas e incluso videojuegos han dado buena cuenta del tierno personaje.
Pero ha sido ahora, gracias a un extraordinario equipo artístico y a la ventaja de jugar en casa, cuando el nombre de Paddington sonará en todo el mundo. Y parte del mérito es de su director, Paul King, sorprendente elección si tenemos en cuenta que viene de manejar la comedia más arriesgada y lisérgica de Gran Bretaña. Junto a Hamish McColl, habitual en el cine de Rowan Atkinson, presenta un guión que parte de la crueldad de la propia naturaleza para otorgar un inédito y muy triste pasado al osito, que se verá forzado a abandonar su hogar por la más triste de las razones.
Una vez en Londres, donde entra en juego un elenco de actores brillante, humano y cautivador (no hace falta mencionar la extrema elegancia de la que hacen gala), las aventuras del osito Paddington se vuelven cada vez más vertiginosas, divertidas y, claro, también peligrosas: la nueva Cruela De Vil que encarna Nicole Kidman no tiene nada que envidiar a la verdadera.
Con la emoción por bandera, Paddington maneja situaciones trilladas y lugares comunes, pero lo hace desde el respeto a la inocencia, a sabiendas de qué tipo de película es, conociéndose a sí misma y dejándose la piel, pero también tirando con balas de plata: ese Peter Capaldi haciendo bromas sobre cabinas telefónicas o algún gag genial, como el del taxi del villano y, por encima del resto, el momento en el que el padre de familia se convirtió en la persona que es, reparten bofetadas de cinismo británico que aceleran el pulso y convierten Paddington en la gran película de estas navidades.
Mucho más que una película infantil sobre un osito que busca una familia: una obra maestra. ¡¡Y en dos dimensiones!!
Tráiler de Paddington
5 / 5