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¿Qué película de cine estás buscando?

No es fácil encontrar a actores tan consolidados en Hollywood como Vin Diesel y que aún dispongan de ganas de jugarse el pellejo en la taquilla, con productos financiados prácticamente de su propio bolsillo y jugando a esa ruleta rusa que les puede llevar del cielo al infierno, de los dólares, en sólo un fin de semana.

La saga Riddick es una de esas sagas con un fiel número de seguidores, en cantidades suficientes como para alcanzar la rentabilidad necesaria. Pitch Black en el 1998 fue y sigue siendo, la verdadera obra cumbre en esta serie, con una decepcionante continuación en Las Crónicas de Riddick en 2004, con un gran presupuesto que la llevó a buscar la categoría en salas para mayores de 13 años, sinónimo del gran error que la sumió en el fracaso.

Entrando en materia en esta tercera entrega, Vin Diesel se auto homenajea a él y a los seguidores del personaje, con una película de bajo presupuesto pero suficientemente bien distribuido. La primera media hora de metraje, nos muestra a un Riddick que bien podría ser una versión apocalíptico futurista del Conan de Arnold, que posiblemente debería tomar ejemplo y seguir el camino de esta película (en lo financiero) de ser cierto su deseo personal de lanzar La Leyenda de Conan, con pinceladas del Gladiador inmortalizado por Russel Crow.

Crítica de Riddick

Media hora de Riddick entre criaturas, pero no sólo batalleando, sino también al más puro estilo Cesar Millan, domador de perros, en entornos de videojuego que nos recordarán a Borderlands en cualquiera de sus entregas. Es en estos momentos cuando más sufriremos/disfrutaremos, de ese árido color que inundará la pantalla cual versión marciana de la Delicatessen de Jean-Pierre Jeunet.

Lo más positivo es que todo va de menos a más, siendo la parte más interesante y divertida curiosamente, con Riddick atado de pies y manos rodeado del elenco de actores encabezado por un Jordi Mollá, como malo paga fantas, que da un toque simpático al asunto. Es a partir de aquí y en las escenas de acción, rodadas con dudoso gusto y acierto entre oscuridad y giros de cámara, donde la película recupera parte de su personalidad con su violencia, su lenguaje socarrón y algún que otro desnudo con la única razón de ser de sumar puntos para conseguir ser catalogada R (para mayores de 18).

A ratos divertida, a ratos épica y a ratos espectacular, pero incidiendo en lo de “a ratos”, con demasiados altibajos en un guion nada imaginativo. Se hace lo que se puede con el presupuesto, y se aprovecha, pero eso no quita poseer efectos especiales o vestuarios sacados de la época gloriosa de la Troma. Parece que Vin Diesel todo el riesgo que se ha tomado en lo económico no se lo ha querido tomar en la forma de plasmar Riddick en la gran pantalla, apostando esta vez por lo simple y por lo seguro, y he aquí el resultado. Tan aceptable y sincera consigo misma como sencillamente olvidable.

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