De la mano de Netflix y Joe Penhall (Moses Jones, The Long Firm) llega MINDHUNTER (así, en mayúscula), la nueva producción sobre crimen y drama que estrenó hace unos días la plataforma y que ya se ha colocado como una de las series a tener en cuenta esta temporada. Se podría encuadrar en el subgénero agente FBI vs. asesinos en serie, pero desde una óptica psicológica realmente bien tratada.
Mindhunter, la nueva gran serie original de Netflix
Gran parte de su repentina fama viene gracias a la producción y dirección de David Fincher (productor de House of Cards y director de La Red Social, El Club de la Lucha o Seven), aunque hay que decir que solo dirige cuatro de los 10 episodios de la primera temporada; entre ellos este primero. Como curiosidad, entre los productores ejecutivos encontramos a Charlize Theron.
Aquí comentaremos un par de capítulos a la semana que, por cierto, no tienen título. Para 2018 ya se espera el estreno de una nueva tanta de episodios. ¡Alerta spoiler!
Holden Ford
Braddock, Pennsylvania (EEUU). 1977. La serie no tarda mucho en presentarnos a nuestro protagonista, Holden Ford, interpretado por no otro que Jonathan Groff (Looking, Glee), que se mete en la piel de este agente especial del FBI bastante interesado en la psique de asesinos y torturadores. Mindhunter nos lo presenta en plena acción en una situación de la que es experto: un tal Cody Miller (David H. Holmes) tiene retenidos a cinco rehenes, a los que amenaza con un arma.
La única petición de Cody es hablar con su mujer, y no le importa salir de la casa con una de las rehenes porque, como asegura, es invisible y la policía no puede disparar a algo que no puede ver (incluso se baja los pantalones como si solo pudiesen ver eso, unos pantalones en el suelo). Aunque la mujer de Cody llega, Ford no cree que sea buena idea su presencia allí, más sabiendo que Cody necesita de una medicación que puede que no haya tomado. Aunque lo intenta, Holden no consigue tranquilizar al secuestrador, que termina disparándose en la cabeza.
Pero lo que parece una derrota para Ford es todo lo contrario para su superior. Ya en su ciudad (Fredericksburg, Virginia), su jefe le asegura que lo importante son los rehenes, y él ha cumplido con su cometido. De hecho, le convierte en profesor de una asignatura en la academia del FBI sobre negociación con rehenes. Aunque, como pronto descubrimos, los intereses de Holden van más allá de hablar e intentar convencer a criminales.
Debbie
En la academia, una de las clases de Peter Rathman (Jordan Gelber) sobre los motivos para asesinar llama la atención de Ford. Trata sobre David Berkowitz (asesino en serie que mató a seis personas entre 1976 y 1977), y la aparente falta de motivación –al menos entre las clásicas- para cometer sus crímenes. De una conversación en un bar sobre el asunto con Rathman, Holden empieza a interesarse más por la psicología detrás de las muertes y los horrores.
Pero pronto la serie nos da un descanso, pues en ese mismo bar Ford conoce a Debbie (Hannah Gross), quien consigue bucear en la mente de nuestro protagonista. Debbie, estudiante de sociología, parece todo lo contrario a un agente del FBI. En poco tiempo, compartir droga y sábanas nos llevan a una conversación un poco awkward sobre si son novios. Y lo son.
La torpeza del personaje en esta trama nos da ese contrapunto “humano” que todas estas series necesitan. Particularmente, me ha gustado la escena del principio –también en este sentido- cuando Holden intenta limpiar unas manchas de sangre de su camisa. Cuando la psicología falla, cuando tiene que ponerla a prueba, ahí vemos que Ford no está seguro. Y nos parece bien.
Bill Tench
Y aunque Ford asiste a algunas clases en la universidad de Virginia sobre psicología criminal, se cruza en su camino un compañero del FBI que le presenta una propuesta que no puede rechazar. Bill Tench, profesor de ciencias del comportamiento, se pasea por ciudades y pueblos enseñando a los agentes locales lo que puede y lo que se dejan; además, participa en operaciones abiertas y crímenes difíciles de resolver. Tench es interpretado por Holt McCallany (Blue Bloods, El Declive de Patrick Leary), y ofrece a Ford ser su acompañante.
Dicho y hecho, Holden y su nuevo compañero de aventuras comienzan su andadura en Fairfield, Iowa. Los agentes locales, a las verdades de Bill sobre que la existencia de un motivo ya no es algo necesario para la existencia de un crimen, solo responden con la explicación de un “mal” innato en la gente. Ford no está de acuerdo, y el ejemplo que pone no puede ser más polémico.
Holden trata de explicar la complicada vida de Charles Manson (líder de una secta cuyos miembros cometieron hasta nueve asesinatos en 1969) y, aunque no trata de justificar sus actos, que entre el público haya un agente cercano a aquella investigación termina por desbaratar su exposición. Frank McGraw (Thomas Francis Murphy) era agente en Los Ángeles y conocía a todos los que participaron en aquella investigación.
Pero si Ford y Frank empiezan mal, siguen peor. Resulta que en Fairfield se ha cometido un terrible crimen, en el que una mujer y su hijo han sido salvajemente asesinados, y McGraw no tiene ni idea ni de quién puede haber sido ni del motivo de aquello. Las víctimas fueron sodomizadas con una escoba, que Holden trata de conectar de algún modo con que la mujer barriese la puerta de la iglesia local. Sin más datos, concluye en que no pueden ayudar, lo que enfada sobremanera a Frank.
El primer episodio, la verdad, no acaba nada bien para nuestro protagonista. De vuelta a casa, Tench le recrimina su actitud y les invade el silencio. ¿Ha pecado Ford de franqueza? ¿O le falta práctica en el trabajo de campo?
Última actualización: 16/05/2020