Una película de terror sin ningún elemento innovador, empezando por la idea argumental, un niño aparentemente poseído por un espíritu malvado, que se desarrolla a través de una sucesión de tópicos y lugares comunes. Cumple con lo mínimo y su discreción le evita meterse en complicaciones y ofrecer un entretenimiento poco exigente.
THE PRODIGY de Nicholas McCarthy
Apostar por un conflicto familiar es un valor seguro para las películas de terror, y la angustia aumenta cuando dicho conflicto no viene del exterior sino de dentro, de un niño con un comportamiento y una violencia impropias de su edad e imposibles de explicar sin recurrir a lo paranormal. Está claro que la sombra de La profecía y la de El exorcista planean sobre esta película, y todavía más la del clásico de nuestro maestro Ibáñez Serrador, Quién puede matar a un niño, tanto por su título como por su concepto y por no pocos elementos del desarrollo, incluyendo el desenlace.
Nicholas McCarthy, artesano con tablas en el género, no se complica la vida y sigue el camino fácil: el padre distante e incrédulo, la madre desconcertada e influenciable, el espíritu maléfico del pasado que quiere volver, el animal doméstico que intuimos desde el minuto uno que será la primera víctima del mal que se está desatando, las pesadillas angustiosas y premonitorias, la visita a los expertos en lo paranormal que revelarán la verdad de lo que está ocurriendo, el cajón oculto en el armario donde se guardan oportunamente las pruebas que confirman las sospechas … Uno tras otro vemos desfilar en completa y ordenada procesión todos los tópicos del género del terror familiar.
Cine de terror sin pretensiones, lleno de tópicos y lugares comunes
Para bien, para mal, o probablemente para ambas cosas, The Prodigy carece totalmente de pretensiones; no hay intención alguna de innovar ni de ofrecer nada más que un entretenimiento fácil para los aficionados al género. Los personajes del padre y de la madre no pasan del estereotipo más básico, pero no tendría sentido juzgar con mucha dureza a un título que no engaña a nadie y que ofrece exactamente lo que vende; quien ande en busca una experiencia más exigente para la mente o para los sentidos deberá dirigirse a otro lado.
Entre toda la atonía solo hay un momento, dentro de su convencionalidad, puesto que tiene lugar en una de las pesadillas de la madre, que sí está realmente bien resuelto y que mantiene su efecto gracias a que no se vuelve a repetir posteriormente; el director es modesto y, pese a que no llega a alcanzar ningún momento brillante, sí se le agradece que tampoco haya regodeo en lo chabacano ni estridencias. La escena en cuestión se ha incluido en el tráiler de la película, por lo que se puede disfrutar ahorrándose el resto de la película, que no está a la misma altura.
Crítica de Antonio López