Crítica de Sinónimos (2019)
Crítica de Sinónimos (2019)
¿Qué película de cine estás buscando?

Aunque quede mucha temporada por delante, si lo permite el coronavirus, claro, ya podemos identificar una de las películas más extrañas y curiosas de este año. Se trata de Sinónimos, del isrealí Nadav Lapid, una historia que mezcla choque de culturas, búsqueda de identidad, homoerotismo y humor surrealista.

Sinónimos de Nadav Lapid

Crítica de Sinónimos - Valoración 3.5 sobre 5

Para los que recordamos tiempos en los que el Festival de Berlín era un escaparate de las películas que habían conseguido nominaciones a los Oscar pocas semanas antes de que se estrenaran en Europa, resulta curioso que ahora sea Venecia quien ha heredado la posición de festival vendido a la industria y vehículo de promoción de las producciones de Hollywood mientras que el certamen berlinés ha recuperado su identidad y se permite incluso conceder el Oso de Oro, su máximo premio, a una propuesta tan iconoclasta e inclasificable como Sinónimos, cuya naturaleza es una incógnita. ¿Se trata de una farsa o de una comedia involuntaria? ¿Su director y coguionista, Nadav Lapid, es un canalla simpático, un auténtico canalla, o le faltan tantos tornillos como a su personaje protagonista?

Lost in translation

Aunque no es una pregunta fácil de qué trata Sinónimos, sí parece claro que es una película que reflexiona sobre la identidad, tanto individual como colectiva. Su protagonista sufre un fuerte desarraigo al rechazar profundamente su nacionalidad israelí, así como a su familia, y buscar refugio en Francia; además su tierra prometida particular no lo acoge con los brazos abiertos.

El film comienza con nuestro héroe desvalido tras el robo de absolutamente todas sus pertenencias a su llegada a París; la mirada que transmite la cámara, no obstante, es distanciada, y su forma de mostrarnos el fotogénico cuerpo desnudo del debutante Tom Mercier ofrece más homoerotismo que empatía. Las dificultades con su lengua de adopción tendrán una presencia casi continua durante el metraje y sus esfuerzos por conseguir la nacionalidad francesa desembocarán en el desenlace de la historia en su participación en un rocambolesco curso de cultura y valores cívicos nacionales en el que la ironía surrealista que ha sobrevolado toda la narración alcanza su cumbre.

Lost in translation

Otra certeza es la coherencia entre el relato y la forma de contarlo; Lapid busca continuamente encuadres desconcertantes con muchos primerísimos planos con fondo desenfocado, en consonancia con un relato teñido de una fuerte subjetividad en el que importa poco como es el entorno del personaje y mucho como él lo percibe. Evidentemente no nos están hablando de un París real, sino del contraste entre la ciudad soñada por su protagonista y el fuerte choque que sufre cuando llega a ella. El mito parisino se personaliza en la curiosa pareja de jóvenes acomodados, lánguidos e indolentes, que visten, hablan y parecen vivir como si acabaran de salir de una película de Godard, y que se convertirán en sus amigos al poco de llegar.

Pero no es menos estereotipada la visión que ofrece Lapid de su propio país, que obedece a un concepto antisionista muy extendido en Europa: obsesionado con la vida familiar, con la seguridad y militarizado. El fracaso del intento de desarrollar un discurso real sobre una sociedad que consiga prevalecer sobre los clichés y las etiquetas va paralelo al fracaso en encontrar su verdadera identidad, en el caso de que tal cosa exista, por parte del protagonista.

Con todo lo dicho, es evidente que no nos encontramos ante una película fácil ni complaciente; tampoco se lo puede considerar un título sólido que transmita con claridad las ideas que se han expuesto hasta ahora.

Muchos espectadores podrán creer que es un gran absurdo que no cuenta nada, sobre todo cuando el cine independiente de las últimas décadas se ha acercado tanto a los esquemas comerciales que ha fraguado la idea de que un film tan próximo a los productos de Hollywood como Parásitos, por poner el ejemplo más sonado y reciente, es cine de autor o incluso cine experimental. Sinónimos, en cambio, sí viene a recordarnos que existe un cine fuera de los estrechos márgenes narrativos en los que nos solemos mover, y eso siempre es gratificante.

Tráiler de Sinónimos Subtitulado en Español (VOSE)

Crítica de Sinónimos (Synonymes)
  • Valoración

Resumen

Sinónimos, del isrealí Nadav Lapid, es una historia que mezcla choque de culturas, búsqueda de identidad, homoerotismo y humor surrealista. Una de las películas más extrañas y curiosas de este año.

3.5
Cinéfilos 3.5 (2 votos)
Sending
Contenido relacionado