Unorthodox parece estar llamada a ser una de las miniseries del año. Se atreve a adentrarse en el mundo cerrado de los judíos jadísicos neoyorquinos a través de una joven decidida a salir de su comunidad. Una historia de realización personal envolvente, muy bien contada a través de una excelente producción, pero más superficial de lo que aparenta.
Serie Unorthodox (Poco Ortodoxa) de Maria Schrader
El recuerdo de las atrocidades del Holocausto convirtió a la crítica al mundo judío en un tabú en la ficción comercial que esta miniserie, de gran éxito de Netflix en estos días entre la oferta de vídeo por demanda, se atreve por fin a resquebrajar. La vida dentro de la peculiar y cerrada sociedad ultraortodoxa se había visto reflejada hasta ahora, de manera más bien complaciente, en Hollywood con Una extraña entre nosotros, un thriller de Sidney Lumet de 1992, que intentaba repetir el éxito de su referente, Unico testigo (Peter Weir, 1985), centrada en la todavía más pintoresca comunidad Amish. Desde el propio Israel, Amos Gitai, uno de los popes del cine de autor local, sí se había atrevido a dar una visión menos amable en Kadosh (1999), que se centraba en el papel subordinado y de servidumbre que esta cultura destina a las mujeres.
Cuando El cuento de la criada es una realidad
Sin duda la explosión del movimiento feminista en los últimos años tiene mucho que ver en que haya podido ver la luz y conseguir una financiación considerable, reflejada en unos excelentes diseño de producción y fotografía, un proyecto que se atreve a denunciar la situación de las mujeres en una comunidad presentada como una secta asfixiante y misógina. Unorthodox considera que el judaísmo jasídico es una especie de cuento de la criada en el que la mujer vive permanententemente recluida, espiada por sus vecinos sin poder dedicarse a ninguna otra función aparte del cuidado del hogar, privada de una formación que le permita desarrollar una vida independiente o salir al mercado laboral, y reducida a la condición de máquina de hacer niños, como lo define uno de los personajes de la serie.
Pero la narración no se centra tanto en la distopía como en la salida de ella y la liberación de la heroína protagonista a través del descubrimiento de un mundo exterior lleno de vivencias y posibilidades. El relato que se construye, basado en la vida real de la autora del libro que sirve de inspiración a la miniserie, remite a fuentes muy clásicas; de hecho no deja de ser una variación de La Cenicienta, y reproduce sus esquemas de manera tan eficaz y envolvente como simple y maniquea.
El mundo jasídico en Unorthodox es una tela de araña construida sobre el recuerdo obsesivo de sus antepasados masacrados en el Holocausto y el empeño en reconstruir un pasado idílico y permanecer en él para siempre, en la línea de los personajes de El bosque (M. Night Shyamalan, 2004); nadie muestra empatía a la protagonista ni le ofrece cariño: la rechazan y critican continuamente y, cuando escapa de su prisión, la persiguen y acosan.
En cambio la sociedad capitalista liberal europea es un paraíso en el que, desde el primer día, la joven fugitiva es acogida por una comunidad de jóvenes artistas que ejercen la función de hadas madrinas y ángeles de la guarda, aceptando su diferencia y su total desconocimiento de su mundo y sus reglas sociales, incluso comprendiendo sin el menor reproche su falta de habilidades para desenvolverse en él y su comportamiento arisco y torpe, y ofreciéndole amistad incondicional y apoyo emocional, e incluso material, pese a que la acaban de conocer. Si pensamos en todos los casos de bullying, burlas, críticas y aislamiento social que sufren en cualquier país europeo muchas personas por desviaciones de la norma mucho más pequeñas que las del personaje protagonista, es evidente que este canto a las maravillas de nuestra sociedad, de la que se oculta toda su vertiente competitiva, consumista y deshumanizada, es tan irreal como complaciente.
La serie no ha querido meterse en camisas de once varas ni apartarse de esquemas sencillos y comerciales, lo cual no le impide ser un más que aceptable drama de liberación personal enriquecido por su acercamiento, aunque sea de forma un tanto superficial, a temas sociales como el feminismo o el choque de culturas.