El gran riesgo de los biopic (o películas biográficas) es que se excedan en su elegía del personaje que retratan, lo que lejos de provocar empatía y cercanía en el espectador hacia el personaje en cuestión, crea distancia cuando no rechazo. Otro género con tendencia a la glorificación cuasiheroica es el drama médico. En televisión es más llevadero, quizá por costumbre, ahí tenemos excelentes ejemplos como Urgencias (E.R) y otros no tan afortunados como Anatomía de Grey (que yo sigo con sensación de culpa desde hace más de diez años). Pero en cine la profesión de médico no ha salido muy bien parada, con honrosas excepciones como El doctor, con William Hurt, o la más reciente Hipócrates.
En el caso de Dioses (Bogowie en el original), el riesgo era doble porque estamos ante una biografía y de un médico, el cirujano cardiovascular Zbigniew Religa, empeñado en realizar el primer transplante de corazón exitoso en un hospital polaco en los años 80.
El resultado es una película que empieza bien, pero que va de más a menos conforme avanza el metraje, lastrada por un tono excesivamente mesiánico para con el personaje protagonista, interpretado además por un Tomasz Kot que, a fuerza de histrionismo, le resta aún más verosimilitud.
Una pena que termine resultando una película fallida, porque Dioses (Bogowie) está bien filmada. Se aprecia talento en la dirección y ganas de contar una historia a priori interesante, pero se alarga en exceso. Las escenas de quirófano están rodadas con una crudeza y verosimilitud no apta para todos los estómagos, pero falta emoción. Hay un punto en el que la dinámica de la película se reduce prácticamente a ir viendo los sucesivos intentos de transplante hasta que llegue el exitoso (o no, tendréis que verla para averiguarlo).
Dioses (Bogowie), deviene en una suerte de House polaco al que le sobra épica de bata blanca y le falta algo más de contención y humildad.
2.5 / 5