Robert Schwentke toma el mando de esta segunda parte de la saga juvenil que comenzó siendo llevada a la gran pantalla bajo el título de Divergente, película que abrió el telón y acaparó la atención de un gran cúmulo de personas que se ubica dentro del público objetivo buscado. Insurgente saca chispas y promete vigor con su más que impetuoso tráiler. En el adelanto, la combinación de las escenas y lo sonoro se complementan acrecentando las expectativas del público pero, como en muchas ocasiones sucede, el desarrollo del film deja entrever que del entusiasmo que se desprendía de dichas imágenes, poco queda para disfrutar con adrenalina durante la narración.
En esta oportunidad, nos encontramos con Tris (Shailene Woodley) y Cuatro (Theo James) como fugitivos que intentan escapar de la persecución de la desleal y malvada Jeanine (Kate Winslet). Tris intenta descubrir qué era lo que su familia defendió con énfasis, atravesando una serie de circunstancias que la aquejan y desestabilizan, correspondientes a su pasado.
Si hay algo que en La serie Divergente: Insurgente no funciona es el factor entretenimiento, elemento primordial con el que deben contar las películas de este estilo. La diversión no es un punto negociable en productos que se adaptan al cine a partir de sagas literarias que se enfocan principalmente en el público adolescente. Y aquí es donde falla la proyección de Schwentke, dado que avanza a pasos largos, carentes de fuerza y de energía. Existen escenas que se tornan pesadas por el estiramiento de cada toma, de cada plano, poniendo en riesgo nuestra capacidad de mantenernos atentos y conformes a lo que se narra.
De la dinámica de la que se valía Divergente para adentrarnos en los acontecimientos muy poco queda en esta segunda entrega. La vivacidad de la edición precedente permitía conservar (aunque con irregularidades) el interés en el relato. Insurgente encuentra coincidencias, en cuanto al ritmo elegido para darle vida a la historia, a la apertura del último capítulo de Sinsajo, en donde las cuestiones personales de la protagonista se acentuaban con una dosis recurrente (y continua) de dramatismo.
En Insurgente, el espectador se encuentra expuesto a la reiteración de pesadillas sufridas por Tris y a pasajes en donde a esta le cuesta horrores olvidar lo ocurrido. Nuestra heroína no sólo debe enfrentarse a sus enemigos (por llamarlo de algún modo) sino también a ella misma. Perdonarse y dejar de culparse es una de las tareas más arduas que encara.
Hay circunstancias en donde la acción se halla bien dosificada y gusta, sin llegar a conquistar de lleno. Incluso los efectos especiales cobran mayor protagonismo en esta secuela y se perciben muy bien logrados. Pero las dos horas de metraje pesan, y casi que incitan al movimiento automático de observar el reloj para confirmar cuánto falta para el final. El desarrollo del carácter de algunos personajes está correctamente llevado a cabo (sobre todo en la figura central, Tris), aunque salvando el carisma innegable de Miles Teller (de gran presencia y de graciosa participación), el resto no alcanza a seducir.
Será cuestión de esperar a que las cosas cobren mayor emoción en lo que sería el capítulo de cierre de la saga, que al parecer se dividiría en dos películas, como suele ser costumbre en este tipo de adaptaciones.
2 / 5