Hay cierto tipo de cine que nació para ser plenamente estético, perdonando la falta de un guion que sostenga el peso de la película o unas interpretaciones que transmitan el valor de lo que se quiere decir. Con ‘Éternité’, el realizador vietnamita Tran Anh Hung vuelve tras seis años de ausencia, una película con la que el cineasta rompe con el lenguaje y el guion, centrándose plenamente en una historia estética.
Maternidad como único propósito en la vida
Finales del siglo XIX, Valentine se casa con 20 años con Jules, un hombre al que amará hasta el día en que él muriese. La película va avanzando a lo largo del tiempo, mostrando cómo generación tras generación, las diferentes mujeres de la familia van convirtiéndose en madres, provocando que sea su único objetivo en la vida.
No hay nada que decir a nivel estético, en ese sentido, se está ante una película magistral, digna de producciones de Luchino Visconti, elegantes, de época, melancólicas y con cierto toque decadente. La fotografía, obra del taiwanés Ping Bin Lee, que ya se encargó de la maravillosa de ‘The Assassin’ y la magistral ‘Deseando amar‘, plasma todos los sentidos el amor materno, el amor femenino, el amor familiar.
Fotografía espléndida para escenas vacías
Pero ahí queda la cosa, porque ‘Éternité’ tiene una voz en off que subraya la trama, omitiendo prácticamente los diálogos, siendo los pocos artificiosos y con cierto mensaje conservador, la mujer sólo se siente realizada si tienes hijos, más bien hijos, un equipo de fútbol. Reiteradamente el cineasta hace hincapié en la conexión de la vida y de la muerte, siendo la mujer protagonista en todas ellas y aguantando con estoicismo la pérdida de sus maridos y prole. Sin embargo, esto ya se pudo ver, de mejor manera, con las versiones que se hicieron de ‘Mujercitas’ en 1949 y 1994.
Cierto es que el mensaje de ‘Éternité’, la cinta está basada en la novela ‘La elegancia de las viudas’ de Alice Ferney, polémica autora conservadora en contra del matrimonio igualitario, la fecundación in vitro y a favor de la familia tradicional; provocará un gran rechazo por parte del público. Sin embargo, lo que provoca que ‘Éternité’ sea, sinceramente, una película mala, es su nula intención de transmitir realmente su mensaje, centrándose únicamente en una puesta en escena magistral y con música de Chopin y Debussy puesta en modo repitición. Los actores, el reparto es de lujo con Audrey Tautou, Irène Jacob, Jérémie Renier, Mélanie Laurent, Bérénice Bejo y Pierre Deladonchamps, son meros maniquíes hechos para mostrar la felicidad de la maternidad. Pero no hay nada más, ni diálogos que sustenten su mensaje, ni interpretaciones que calen en el espectador, es como ver un anuncio de Nenuco o de Lancôme en bucle durante casi dos horas.
Anuncio de Lancôme en bucle
Con lo cual, ‘Éternité’ goza de una maravillosa puesta en escena para una película vacía. Se queda muy lejos de otras películas del realizador como ‘El olor de la papaya verde‘ o ‘Tokio Blues‘. Habrá algunos que la comparen con películas como ‘El árbol de la vida’ de Terrence Malick, incluso con las últimas propuestas abstractas de Jean-Luc Godard. De ahí, como ocurrió recientemente con ‘The Neon Demon’, de Nicolas Winding Refn, ‘Éternité’ sea una película que, o bien apasiona por su estética o bien causa rechazo por ser un anuncio de perfume francés dos dos horas. Eso sí, habrá que preguntarle a Audrey Tautou quién era su cirujano plástico a inicios del siglo XX para ser una abuela tan joven.
Tráiler de Éternité en Español
