Eli Roth está a punto de ponerse, tras seis años ausente, detrás de la cámara con la esperada The green inferno, pero durante estos años ha puesto su nombre al frente de una serie de productos poco reconfortantes. Ni Aftershock funcionaba ni El hombre de los puños de hierro es el grindhouse kung fu que todos queríamos ver.
El debut en la dirección del líder de Wu-Tang Clan, RZA, que también interpreta al protagonista, es una torpe actualización de las viejas películas de kung fu que alquilábamos de pequeños en nuestros videoclubs.
A pesar de tener unos padrinos, sobre todo Quentin Tarantino, que conocen y sienten el género, la película se desarrolla con cierta torpeza y solo remonta el vuelo con las secuencias de acción, destacando los efectos especiales y maquillajes de los incombustibles Berger y Nicotero. El reparto, encabezado por el propio RZA y por un Russell Crowe pasado de kilos, hace lo que puede ante una historia que avanza a trompicones y que, al menos, no se lo termina de creer del todo, como si fuera consciente de que, al contrario que otras obras creadas a base de material de derribo, como Machete, aquí el talento brilla por su ausencia.
Confusa y poco erótica, a pesar de que buena parte de la acción se desarrolla en un lujoso burdel lleno de señoritas, la película ni siquiera será recordada por los litros de sangre que salpican los combates.
Una decepción olvidable.
Pues vaya… 🙁