“A veces tienes que perder a alguien para darte cuenta de lo que significa para ti”.
La demoledora sentencia con la que inicio esta crítica es tan manida como cierta, y constituye solo una de las brillantes líneas de dialogo de El verano de May, segunda película como directora de la actriz canadiense de origen jordano Cherien Dabis. En Amerrika, su anterior película, Dabis planteaba una pequeña historia de personajes en la que la una mujer palestina tenía que adaptarse junto con su hijo adolescente a la vida en una pequeña ciudad de Illinois. La dureza de emigrar y el adaptarse a un nuevo país y una nueva cultura eran el tema central de una película que gozó de cierta fama en los círculos independientes allá por 2009. En El verano de May la premisa es en cierta forma similar pero invirtiendo el proceso. En este caso es el personaje de Dabis, protagonista también de la cinta, quién retorna a su Jordania natal desde Nueva York para pasar unos días durante el verano justo antes de casarse, en los que se replanteará el camino que esta llevando su vida.
El verano de May esta narrada en clave de comedia dramática y plantea temas mil veces vistos pero que por suerte —o por desgracia— siempre estarán vigentes. El amor, el miedo al compromiso, las segundas oportunidades y la huella que dejan en nosotros las personas que han sido importantes en nuestras vidas, son algunos de los temas que trata. Dabis se sirve de un reparto en el que cada actor o actriz encaja como un guante con su personaje. Desde Hiam Abbass, magistral y vista anteriormente en Los Limoneros o en producciones americanas como Exodus: Dioses y reyes o Munich, hasta Alia Shawkat —la hija en la hilarante Arrested Development—. Mención aparte merece el estadounidense Bill Pullman, actor algo estigmatizado e infravalorado por sus intervenciones en productos meramente comerciales como Independence Day o Mientras dormías, pero que ha demostrado cuando el papel se lo ha permitido su talento dramático —ahí tenemos por ejemplo Carretera perdida—.
Abarcar demasiado como principal defecto —o virtud—
Si hubiese que ponerle algún pero a la película sería en todo caso la querencia de Dabis por intentar abarcar demasiado. El verano de May introduce tangencialmente elementos que no son desarrollados bien como la lucha de religiones o la homosexualidad, pero es de agradecer que apele en todo momento a la inteligencia del espectador y el hecho de tocar estos aspectos sin profundizar podría responder no obstante a una de las virtudes de Dabis —también guionista—. Y es que El Verano de May no contiene subrayados excesivos, no opta por la vía fácil de la exacerbación de las emociones. Los personajes fluyen con naturalidad en una película que va de menos a más y que atrapa por su sencillez y sinceridad. Y sobre todo porque cada uno de nosotros hemos vivido lo que les ocurre a los personajes de esta película en mayor o menor medida.