Asghar Farhadi firma un magnífico largometraje que roza la excelencia que fue ‘Nader y Simin. Una separación‘. El cineasta trae un auténtico torbellino de angustia y dolor con el que el espectador saldrá hipnotizado. ¡Magnífica!
Linda, esposa de Willy Loman, en la obra de teatro ‘Muerte de un viajante’, de Arthur Miller, dice: “Perdóname, querido. No puedo llorar. No sé por qué, pero no puedo llorar. No lo comprendo. ¿Por qué hiciste eso? […] Hoy hice el último pago de la casa. Hoy, Willy. Y no habrá nadie en ella. Estábamos libres, sin obligaciones. Éramos libres… ¡Libres!”. El cineasta iraní Asghar Farhadi es un maestro narrando, con contención y aparente costumbrismo, el lado más íntimo y personal del ser humano y aprovecha eso para mostrar cómo se vive en una sociedad, especialmente una como la iraní. Con ‘El viajante’, ganadora de los premios al mejor actor y al mejor guion en el 69º Festival de Cannes y Oscar a la mejor película de habla no inglesa, el director ahonda en las heridas más profundas de una sociedad reprimida.
Emad y Rana son un matrimonio estable. Él trabaja como profesor de literatura en un instituto público y ella es ama de casa, aunque ambos, por vocación, trabajan también una compañía de teatro que, pronto, va a representar ‘Muerte de un viajante’ de Arthur Miller. Tras derrumbarse una parte del edifico donde viven, la pareja se ve obligada a mudarse a otro apartamento. Un compañero de la compañía les ofrece un piso que arrendaba a una mujer de dudosa reputación y que tuvo que marcharse por impago. Tras instalarse, sucederá un terrible incidente. Un hombre entra en la casa y, pensando que Rana es la anterior inquilina, le ataca mientras estaba duchándose. El horrible suceso desencadenará una serie de cambios que tendrán consecuencias devastadoras en el matrimonio.
La herida de la humillación
Farhadi abre el telón con los escenarios de la obra, el clásico de Miller ganador de un Pulitzer, tras una aparente calma llega el estruendo, el derrumbe de un edificio, provocando que todos los inquilinos del inmueble huyan despavoridos mientras suelos, paredes y cristales empiezan a resquebrajarse. Un prólogo estridente, violento, que ya invita al espectador a ser testigo de un auténtico terremoto emocional.
El cineasta entra de esa manera en la vida de la pareja, brutal e impetuosa, como si de un golpe silencioso se tratase, provocando una brecha en la vida conyugal como si una fuerte tormenta se tratase. Es en ese momento cuando el cineasta aprovecha para traer un horrible acontecimiento que desencadenará una serie de dilemas morales que hablan sobre la propia sociedad iraní pero que también son universales. Farhadi no tiene reparo en mostrar el horror que ha padecido la mujer tras el ataque como tampoco el abismo en el que se sumerge su marido, herido por lo que le ha pasado a su esposa y cuya perplejidad irá transformándose en odio y deseos de venganza, cayendo en un abismo al que arrastra a su pareja y cuyas consecuencias dejan un poso amargo y turbio.
Es en ese torbellino cuando Farhadi aprovecha para crear un símil entre la tragedia del viajante de la obra de Miller con la disolución del amor sentimental, culminando en un quiebre emocional por parte del protagonista que llevará a la película a un nivel de mayor complejidad con diálogos punzantes cuales tijeras, escenarios opresivos y ambiente teatral que dota a la película de mayor angustia emocional. Con una atmósfera tan vidriosa, Farhadi hace una radiografía de las relaciones de pareja con un sentimiento tan universal como es el de la ofensa de la herida.
La vendetta del ultraje
En ese sentido, ‘El viajante’ recuerda a su coetánea ‘Elle’, aunque ambas difieren en lo que respecta a la vendetta, mientras que en la cinta de Paul Verhoeven se enseñaba una perspectiva gélida y distante del empoderamiento femenino, Farhadi con su propuesta habla de la propia fragilidad del hombre y de cómo es víctima de su propio orgullo, así como también evidenciar los graves problemas sociales que ha causado la religión en su país mostrando una sociedad hermética y un machismo sutil a la par que evidente. Eso sí, el cineasta acierta en no juzgar moral ni éticamente los actos de sus personajes, interpretados magníficamente, especialmente en el matrimonio, cuyos actores son excepcionales.
Farhadi cierra el telón y con él clausura una obra magnífica, una oleada de tristeza y amargura con la que el cineasta lleva hasta el mismísimo resquicio del dolor a sus protagonistas y al público, provocando una cadena de sucesos cuya resolución no será nada amable. Un golpe perpetrado con elegancia y solemnidad. El telón termina de cerrarse y, con él, el mejor largometraje del director desde la magistral ‘Nader y Simin. Una separación’, extraordinaria.
Tráiler de El viajante en Español