El regalo (The Gift), debut en la dirección del actor Joel Edgerton (La noche más oscura), supone una alegría y una decepción al mismo tiempo. Durante su primera hora y media de metraje se descubre como un thriller psicológico espléndido, en el que Edgerton va llevando hábilmente al espectador de un lado a otro. Nada es lo que parece y uno cree estar ante una obra mayor. Pero, desafortunadamente, los últimos quince minutos sucede justo lo contrario, todo es lo que parece y El regalo acaba convirtiéndose en un thriller tópico que ya hemos visto muchas veces.
Una pena, porque hasta ese momento la película nos planteaba varios temas morales importantes, como el tipo de persona que hay que ser en la sociedad capitalista en la que vivimos para triunfar, la importancia del perdón para superar traumas pasados y la paradójica imposibilidad de muchos individuos para ver en el otro nada que no sea una maldad que, por otra parte, es reflejo de la suya propia.
El regalo es una película entretenida, notable como thriller de fórmula incluso, logra mantener la tensión y ocultar sus cartas hasta casi el final, pero podría haber pasado al panteón de las grandes con un poco más de talento para cerrar el guion, obra también de Edgerton. Los actores están todos magníficos. Jason Bateman demuestra que, cuando se le deja, también sabe aportar su carisma de hombre corriente a papeles dramáticos. Rebecca Hall cumple y Joel Edgerton se reserva para sí mismo el papel sobre el que se articula toda la historia y está formidable —muy justo su premio a mejor actor en el Festival de Sitges— hasta ese tercio final en el que todo se desmadra.
Un debut interesante que recuerda al estilo de grandes como David Fincher y que, aun con sus peros, mantiene el interés en todo momento y logra momentos de verdadera altura. Una película que se descubre como una digna heredera de obras como The Game, del antes citado David Fincher o Caché, de Michael Haneke, y que nos deja con ganas de ver si la carrera de Joel Edgerton como director tiene continuidad.
