El cine de animación ha experimentado en los últimos veinte años una evolución doble. Por una parte, se ha pasado de la animación tradicional a la realizada por ordenador y, por otra, las historias se han ido trufando de giros y gags que en muchos casos son más aptos para los adultos que para los niños. Es el caso de Zootrópolis.
Sin duda la precursora de los dos cambios que han experimentado las conocidas hasta hace poco como “películas de dibujos” ha sido Pixar. La media hora inicial de UP es magistral y uno de los retratos del amor de pareja más bellos y a la vez duros vistos en una pantalla, pero los niños no podían captar toda su profundidad (afortunadamente, para eso son niños).
En comedia tenemos el ejemplo de la franquicia Shrek, películas muy divertidas y ocurrentes todas pero cuyas bromas se escapaban en muchos casos al público infantil. Zootrópolis, la nueva cinta de animación de Disney, esta vez sin su socio Pixar de por medio, puede presumir de tener una animación absolutamente brillante y un guión plagado de buenas ideas y homenajes a clásicos del cine y las series de televisión (El Padrino, Breaking Bad), que divertirán mucho al público adulto, pero que pasarán desapercibidas para los más pequeños.
¿Es esto algo necesariamente malo? Supongo que no, pero personalmente hubiera preferido que Disney hubiese pensado más en el público al que, por otra parte, dirige su campaña promocional Zootrópolis. Al margen de esta consideración que, admito, puede ser muy subjetiva, Zootrópolis es una película estimable, con un interesante planteamiento inicial, ideas brillantes como la de los perezosos, y una moraleja a lo Disney que queda un tanto opacada por un desarrollo que acaba derivando casi en un policiaco de terror.
Uno de los directores de Zootrópolis es Byron Howard, responsable de un título que además de ser muy divertido sí que era disfrutable 100% por los más peques como era Bolt. Yo, si tuviese que llevar a un niño al cine, pensaría más en él que en mí, y elegiría Alvin y las ardillas 4. O la preciosa Carlitos y Snoopy: La película de Peanuts. Supongo que los hombres también tenemos eso que llaman reloj biológico y el mío me hace pensar más en lo que le pondré a mi hijo el día de mañana, que en lo bien que como adulto me lo estoy pasando con Zootrópolis.
3 / 5