La nueva película de Rob Zombie es justo lo que tenía que ser al cumplirse diez años de su director ejerciendo como tal. Después de redefinir todo lo redefinible en sus dos primeras películas y de aportar su granito de arena a la iconografía del slasher popular en sus dos trabajos posteriores, Rob Zombie se dedica en cuerpo y alma, sobre todo en lo segundo, a destrozar la moral de cualquier espectador con The Lords of Salem, algo así como la película satánica definitiva.
Con una ambientación deudora de la época dorada del subgénero, concretamente la de la década de los setenta, Zombie presenta una historia oscura, llena de maldad y buena música, que no ha dejado a nadie indiferente allá donde ha sido exhibida.
Y es que no estamos hablando de una película de terror al uso, esto es algo más. TLOS tiene la capacidad de violar tu mente y tu alma, de hacer que te replantees una serie de creencias que, pudiendo tener o no, se ponen patas arriba igualmente.
Todo es perverso en la película, sobre todo el uso de la música, y en especial el Venus in furs de la Velvet, canción que te juro por tu vida que nunca, NUNCA, volverás a escuchar como antes. Y es que la música, siempre indispensable en los trabajos de Zombie, tiene una importancia vital en la película. Desde la banda sonora, sucia, maligna, diabólica, hasta la utilización del vinilo como portador de maldiciones o el trabajo de los protagonistas, pinchadiscos de una estación de radio en medio de Salem, Massachussets. TLOS es un regalo (otro más) para su esposa, compañera indispensable e icono en nuestro santuario fetichista del horror.
Una obra maestra.