No debe ser fácil ser Wes Anderson, pero tiene que molar mucho. Tras la indiscutible obra maestra Fantástico Sr.Fox (Fantastic Mr.Fox, 2009), la expectación sobre el siguiente trabajo del director americano era enorme y desde su exitoso pase en el último Festival de Cannes, donde gustó a todos menos a uno, todavía más .
Anderson repite con Roman Coppola, con quien escribió Viaje a Darjeeling (The Darjeeling Limited, 2007), y se rodea de un reparto estelar para este Moonrise Kingdom, su película más elaborada visualmente, algo muy difícil de lograr si entre tus trabajos anteriores figuran titulazos como Life Aquatic (The Life Aquatic with Steve Zissou, 2004) o la ya mencionada perfecta adaptación del cuento de Roald Dahl.
Ambientada a mediados de la década de los sesenta, Moonrise Kingdom es una pequeña película gigantesca donde no falta ni uno solo de los tics que han hecho de Wes Anderson uno de los autores más reconocibles de la industria. Aquí hay travellings horizontales, verticales, slow motion, cámaras lentas, un montó de cachivaches de época y una grandiosa selección musical. Los personajes, cuando están en casa, recuerdan mucho a la familia Tenenbaum y cuando están fuera reavivan el recuerdo de Max Fischer y Margot Tenenbaum.
Como siempre en sus trabajos, cuanto más increíbles sean las peripecias de los personajes más hondo cala en los espectadores, y al tratarse de una historia de iniciación amorosa, de primeros besos, peleas y golpes de bruces con la vida envuelta en el habitual universo del director, termina llegando hasta el fondo de tu corazón. Una vez más, Wes Anderson firma un trabajo brillante y otra película inolvidable.