Las rebajas son una cosa muy loca y dependiendo del establecimiento, una verdadera chifladura. Algo así pasa con el largometraje que cierra la millonaria Fase 2 de Marvel Studios. Ant-Man no es un saldo cualquiera, es la amigable fiesta de clausura donde te llevas unos cuantos productos que ya tenías pero que tocaba reponer.
La salida de un director como Edgar Wright del proyecto alarmó a los entusiastas al dejar huérfano de director artesano un proyecto que, en realidad, podría haber llevado cualquier “mandao” de la casa. Una vez vista la aventura del hombre hormiga, la presencia del director de Arma Fatal está muy presente más allá de los créditos de guionista o productor: hay al menos dos secuencias de la película que son hermanas y que, además, son un recurso 100% Wright desde los tiempos de la indispensable Spaced (por no citar el ejemplo más claro de Shaun of the dead)
¿Funciona Ant-Man? Funciona, claro que lo hace. Una película que cuenta con Wright, Cornish, McKay y el propio Paul Rudd como guionistas no debería fallar, y si encima esa película es la guinda al pastel de la Fase 2… bueno, puede que ahí no soporte bien la presión.
Ant-Man es una estupenda comedia de ladrones honrados (Paul Rudd siempre será “lo que sea honrado”) que vive a varias galaxias de distancia de proyectos más ambiciosos de la casa, aunque sea consciente de que pronto pagará el peaje de su libertad. Ese conocimiento de causa también juega en su contra, ya que tratándose de una cinta libre de cargas (más o menos), es imperdonable que se trate de una película de interiores, rodada en decorados y con más golpes de humor que de acción. Personalmente, creo que el último punto es un acierto.
Esos aires de saldo y rebajas alcanzan al reparto, con la “perdida” Evangeline Lilly o la vieja gloria Michael Douglas en un casting que acierta de pleno con el villano interpretado por Corey Stoll (un tío malísimo que no tiene reparos en cargarse inocentes e inmaculados corderitos) y con la mano derecha de Scott Lang, un tronchante Michael Peña que está cerca de robar la película.
El resto lo completa el conocido drama familiar, la subtrama que debería preocupar al héroe (aunque no lo haga en absoluto) y una serie de elegantes secuencias en miniatura que terminan por revisitar el rincón más lejano del universo de El increíble hombre menguante aunque algunos no quieran ver más allá de Interstellar.
Robos imposibles, planes desastrosos y gente incompetente. Ant-Man no es El robobo de la jojoya marvelita, pero a ratos lo parece.
3.5 / 5