La comedia romántica ha jugado a menudo con el tiempo y las diversas posibilidades y resultados que este puede provocar en el éxito o no de una relación. Desde Dos vidas en un instante con Gwyneth Paltrow o Atrapado en el tiempo hasta la más reciente y muy notable Una cuestión de tiempo, el «qué habría pasado si» ha dado mucho juego.
Ahora sí, antes no es otra vuelta de tuerca al tema a través de la historia de un famoso director de cine y una joven pintora que tras conocerse iniciarán —o no— una relación, en función de pequeñas variables. La particularidad en este caso es que el sí o el no del futuro de esta pareja se nos presenta de manera separada. Así, si en la película con Paltrow se intercalaban momentos de las dos realidades que su personaje podría haber vivido en caso de haber cogido o no el metro, en esta película de nacionalidad koreana, dirigida por Hong Sang-shoo, las dos opciones se nos presentan por separado como si se tratase en realidad de dos mediometrajes distintos más que de un largometraje al uso.
Esta estructura narrativa, que a priori podría haber provocado cierto tedio en el espectador y desembocar en una narración morosa, termina por resultar el gran acierto de la película. Los dos actores protagonistas resultan cercanos y entrañables, lo que hace que cuando la acción rebobina para empezar de nuevo con el momento en que se conocen, no importe asistir a la misma historia, sino fijarse en los pequeños detalles y variaciones que irán determinando el desarrollo de la misma.
Ahora sí, antes no, el valor de los pequeños detalles
Ahora sí, antes no es una película pequeña pero llena de encanto. Sang-shoo sabe captar y transmitir al espectador las sensaciones y emociones de sus personajes a través de pequeños detalles: el protagonista tomando el sol al inicio de la película, o el frío que experimenta esperando a que su compañera vuelva a salir de casa de madrugada. Una película que, como el buen cine oriental, sabe convertir el menos en más, ganándose la simpatía y la atención del espectador por su falta de trascendencia, que no de pretensiones. Una mezcla de Woody Allen, Richard Curtis y Nanni Moretti, que gustará a los amantes de las historias simples y bellas que dejan poso, perduran y van creciendo en la memoria con el paso de los días.