La llegada de una nueva película de los hermanos Coen suele estar marcada en el calendario de cualquier cinéfilo. Ethan y Joel se han ganado el honor de ser los hermanos más famosos del mundo del cine en activo, con permiso de los Farrelly y los Wachowski. O los belgas Dardenne, si miramos a Europa. Los Coen han demostrado holgadamente su talento en una carrera en la que han combinado thrillers y dramas con divertidas comedias en las que el humor negro, la sátira y el absurdo son su toque de autor. ¡Ave, César! pertenece al grupo de las comedias y se sitúa como una especie de versión amable de su magistral Barton Fink.
¡Ave, César! es un cálido y nada pretencioso homenaje al Hollywood clásico, el del sistema de estudios que dominó la producción del cine américano durante más de medio siglo. Contiene además algunas de las secuencias más brillantes de su filmografía. Para la antología de su cine quedará el número musical con Channing Tatum y el homenaje a Escuela de Sirenas con Esther Williams. O esa desternillante (para el que la vea en V.O) secuencia en la que Ralph Fiennes intenta dirigir a un actor poco dotado para el drama.
Los hermanos Coen tienen además un universo propio también a nivel estilístico, siempre cuidan mucho la forma de todas sus películas, apoyados especialmente en dos de sus colaboradores habituales: el compositor Carter Burwell y el director de fotografía Roger Deakins. Especialmente destacable es, en el caso que nos ocupa, la labor de Deakins (ver la secuencia del submarino nocturna).
Es una pena que ¡Ave César! flojeé conforme avanza como película cohesionada para convertirse en una suerte de escenas sueltas que, aun siendo brillantes, no consiguen dotar a la película de mayor vuelo.
El reparto, compuesto de algunos de los actores habituales en los últimos años de los directores de Fargo, es y está notable, con un George Clooney divertido aunque sin llegar a las cotas de la genial O Brother!. Ralph Fiennes debería haber sido nominado al Óscar de reparto, aunque su papel se limite a cinco minutos en pantalla. Hacía tiempo que no veía a una sala repleta reír tanto (y menos en un pase de prensa) como en su secuencia, deudora del Ser o no ser de Lubitsch. Hilarante resulta también la breve aparición de una irreconocible Francés McDormand (mujer de Joel) como veterana montadora, en un papel que constituye un cinéfilo homenaje a Thelma Schoonmaker, montadora habitual de Scorsese. Y va siendo hora de reconocer que Channing Tatum es un actor muy aprovechable cuando se le sabe dirigir, en ¡Ave, César! está espléndido en los números musicales (ya demostró su talento para el baile en la cada vez más de culto Magic Mike).
Una comedia que podía haber sido más, pero que sin duda compensará a los aficionados a los Coen y a las comedias inteligentes en general. ¡Ave, hermanos Coen!
3.5 / 5
La película es fatal. Los hermanos Coen están vetados de por vida después de este rollo sin pies ni cabeza