El capítulo de esta semana de Homeland nos deja un resquicio de la serie de siempre, pero sigue sirviendo como introducción y todavía no tenemos las dosis de acción/drama/espionaje que estamos esperando. El recap del episodio anterior está aquí. ¡Alerta spoiler!
Abu Dabi
Como he escrito, tenemos un poquito del Homeland de temporadas pasadas esta semana. Se trata de Saul, que anda de misión especial en Abu Dabi; y le vemos nada más llegar, en un taxi, guiando al conductor, intentando dejar atrás a los coches que les están siguiendo. Muy poco sutiles estos servicios de inteligencia que usan de coche espía el más caro que encuentran en el concesionario. En una jugada que ya le hemos visto hacer antes, Saul utiliza un mercado para desaparecer entre la multitud, hasta que una mujer le manda subir a su moto.
Saul ha recorrido toda esa distancia únicamente para hablar con un señor. Se trata de Farhad Nafisi (Bernard White), un iraní que está en la ciudad por trabajo y que llega allí engañado con promesas de sábanas. Pero no, no le espera una mujer en deseo, sino un puñetazo en el estómago y una sala de interrogatorios improvisada. Nafisi es sospechoso de tratar con Corea del Norte, algo que él niega. La Corea mala e Irán estarían trabajando juntos en la sombra, algo que preocupa mucho al resto del mundo.
Y le dejan marchar, porque el señor ha aguantado el interrogatorio bastante bien y no ha dicho nada que les interesase escuchar. Después Saul se acerca a ver a su hermana, porque estar de misión no quita algo de contacto familiar. El barrio de la mujer es zona chunga y no se dejan de oír disparos, pero a todo se acostumbra una se ve.
Las noticias de Saul no gustan a Dar Adal, que decide trastear un poco con la verdad y le cuenta a la futura presidenta que Saul ha encontrado pruebas evidentes de que dicha colaboración -en un plan nuclear- existe. Menos mal que, más tarde en una reunión con Carrie en una habitación secreta de un restaurante, ella le muestra su incredulidad acerca de tales noticias, en una conversación que Adal está espiando no muy lejos de allí.
Malas noticias
En Estados Unidos, Quinn tiene pesadillas terribles con su episodio del gas. Carrie le abraza fuertemente para calmarle, y ahí Quinn se pierde y se le va la mano un poco y Mathison tiene que pararle los pies. Este hombre está muy perdido en la vida. Eso sí, como tiene tiempo libre empieza a mirar por las ventanas y ver cosas sospechosas. Decide volver a llamar a su “amiga” y le devuelve el golpe a aquel señor que le robó el dinero episodios atrás. Pero no se lleva dinero de vuelta, sino su pistola.
Pero bueno Quinn se convierte en el problema menor de Carrie esta semana. El abogado de Sekou, el joven aquel sospechoso de colaborar con terroristas, nos cuenta que por culpa de Mathison ya no tienen la opción de aceptar el trato de siete años en la cárcel que les estaban ofreciendo. Carrie desoyó la orden de no acercarse a Saad, el testigo protegido colaborador del FBI, y éste se chivó y ahora a Sekou le pueden caer 15 años a la sombra. Obviamente al chaval no le sienta nada bien la noticia.
Aquí es cuando Carrie tira de improvisación: la única manera de arreglar algo que has fastidiado saltándote la ley es… saltándote la ley. Le pide a su excompañero Roger que le consiga una conversación telefónica entre Saad y Conlin (Dominic Fumusa), el señor del FBI que detuvo a Sekou. Conversación que podría probar que todo está planeado para que el joven parezca culpable de algo que no ha hecho (o, al menos, todavía no había hecho).
Y, aunque al principio el señor se niega, Carrie puede llegar a ser muy convincente y se la consigue. Por supuesto, va directa a Conlin, y le amenaza con airear la conversación grabada si no levanta todos los cargos contra Sekou. De vuelta a casa, vemos a Quinn debajo de las escaleras de entrada con su nueva pistola, vigilante y alerta con una misteriosa sombra. ¿Está Mathison siendo vigilada o son todo imaginaciones del ex agente?
Última actualización: 30/01/2017