Roman Polanski estrena el 31 de Enero La Venus de la pieles, fusionando con ello la moda creciente de películas eróticas que irá eclosionando hasta la llegada de la ultra esperada 50 Sombras de Grey y, al mismo tiempo, el interés del director por el erotismo suave, imperante en muchos de sus títulos.
La vida y trayectoria de Roman Polanski es digna de una novela o una gran película. De hecho su autobiografía escrita en 1985 ha suscitado interesantes análisis tanto cinematográficos como sociológicos. Hay pocas cosas que este descendiente de polacos no haya vivido, comenzando por la Segunda Guerra Mundial, donde sus padres estuvieron en campos de concentración (su madre murió en uno de ellos). Tras una etapa como niño mendigo, pasó por varias familias adoptivas haciendo todo lo posible por no ser apresado.
Una vez consolidado como director brillante, su vida no fue más tranquila. Su mujer fue asesinada en la famosa y trágica matanza perpretada por Charles Manson y sus seguidores, mientras daba una fiesta en su mansión de Los Ángeles junto con amigos que también murieron aquella noche. El mismo Polanski ha estado recientemente en prisión acusado de abusos sexuales.
No es extraño, por tanto, que este realizador esté especializado en el género del thriller, con una capacidad innata para establecer historias en espacios claustrofóbicos (su primer film El cuchillo en el agua de 1961 transcurre en un bote salvavidas en medio del mar), ni tampoco su humor negro, lleno de cinismo e ironía, valores necesarios para afrontar muchos de los terribles sucesos, tanto en sus películas como fuera de ellas.
El primer largometraje le valió una nominación a los Óscar como mejor película extranjera, aval más que suficiente para ir incrementando su patrimonio, algo que conseguiría con su siguiente película, Repulsión (1965), la primera de su trilogía del apartamento, en la que una mujer que vivía con su hermana y su amante comenzaba a desquiciarse hasta matar a todo aquél que cruzara el umbral de su casa.
Al thriller psicológico uniría por primera vez su humor negro en Callejón sin salida (1966). Ganó el Oso de Plata en el Festival de Berlín por su película Repulsión y el de Oro por la de Callejón sin salida.
Roman Polanski ya se había labrado en apenas tres films un nombre importante en la industria del cine. En 1967 dio el golpe de gracia a Hollywood con El baile de los vampiros, donde conoció a su mujer, Sharon Tate y en la que fundía erotismo y comedia en un film sobre estos seres que en los 60 estaban tan de moda como actualmente, puede que incluso más.
Ya asentado en Estados Unidos, en 1968 rodó La semilla del diablo, segunda película de la trilogía del apartamento. El éxito y la polémica del film se convierten en uno de los argumentos más asentados por el que el asesino Charles Manson, junto a un grupo de seguidores, irrumpió al año siguiente su vivienda durante una fiesta nocturna y mató a todos los asistentes mientras Polanski se encontraba rodando en Europa. El director, como establece en sus memorias, jamás superó este suceso e incluso se constata que afecta gravemente a su filmografía en temática y calidad. Tras un par de films como Macbeth y ¿Qué? sin apenas repercusión, filmó Chinatown (1974) con Jack Nicholson, film de género negro como pocos y de una atmósfera tan opresiva como su alma en aquellos momentos. Pese a todo, una de sus mejores producciones en base a una historia de detectives tan típica como interesante. Terminó los 70 con El quimérico inquilino (1976), cierre de su trilogía del apartamento.
Hasta la década de los 90 fracasos comerciales se acumularon uno tras otro, con la excepción de Frenético (1988), un thriller de estilo europeo con Harrison Ford de protagonista . Por si fuera poco, el escándalo sexual de 1977 en el que se le acusaba de abusar de una menor en una fiesta dada en la casa de Jack Nicholson, por aquel entonces casado con Angelica Hudson, no hizo sino menoscabar su reputación profesional. Polanski regresó a Europa y no volvió a Estados Unidos.
En los 90 apenas destaca por su film La muerte y la doncella (1994), otro claustrofóbico thriller con Sigourney Weaver, así como la fallida La novena puerta (1997) con Johnny Deep en medio de una historia sobrenatural, basada en la novela de Arturo Pérez Reverte.
El siglo XXI lo comenzó con mejor acierto. En 2002 rodó El pianista, famoso título considerado uno de los mejores productos cinematográficos de la historia, que le valió 3 Premios Óscar. En 2005 realizó una nueva versión, y prescindible, del clásico de Oliver Twist, y ya en 2010 mantuvo el tipo con El Escritor, una interesante historia con Ewan McGregor y Pierce Brosnan sobre periodismo y política.
Finalmente, en 2011 se encargó con bastante buen criterio de la adaptación al cine de la pieza teatral Un dios salvaje, en la que dos matrimonios se enfrentan en un apartamento porque sus hijos se han peleado en el colegio.
En 2014 llega un nuevo film de Roman Polanski que recupera el erotismo de sus inicios. La Venus de las pieles también tiene el sello claustrofóbico del realizador, enmarcando un romance efímero de dos individuos en un escenario teatral, un director y una candidata a la obra.
Última actualización: 30/01/2014