La primera temporada de Buscando el norte continúa intentando sobrevivir la noche de los miércoles a pesar de la dura competencia. Esta semana no ha vuelto ser muy buena para la ficción de Antena 3 protagonizada por Antonio Velázquez y Belén Cuesta, ya que los datos han vuelto a descender, marcando tan solo 2.274.000 espectadores y un pobre 12,9% de share, registros que no auguran una renovación por una segunda temporada, aunque esto todavía está por confirmar.
En el sexto capítulo de la primera temporada de Buscando el norte, Álex se tragará su orgullo y ayudará a Ulrike a hacer realidad una de sus ilusiones. Mientras tanto, Carol comenzará la búsqueda de trabajo y Jaime tendrá un percance durante uno de los repartos. Además, Roberto conocerá una noticia que no esperaba. Por su parte, Flor y Lucas recibirán a su primo, aunque las apariencias les engañarán por completo. Si quieres saber al detalle lo sucedido sigue leyendo pero ¡¡alerta spoiler!!
Buscando trabajo desesperadamente
Álex está cansado de pagar siempre todo y decide darles un ultimátum a su hermana y a Salva: o encuentran trabajo o él no piensa darles ni un euro más. Por su fueran pocos problemas para el enfermero, Manuela ha echado a Arturo del piso y todavía no le ha dicho nada a su novio. Preocupado porque su amigo no le ha pagado la mensualidad del alquiler, Álex le escribe un mensaje, momento en el que se entera de que su chica ha dejado en la calle a su mejor amigo.
Manuela intenta arreglar el asunto para que Álex no sospeche que ha echado a Arturo porque se han enrollado y en más de una ocasión. Por este motivo, Manuela queda con Arturo para pedirle el favor de que siga pagando el alquiler aunque ya no viva en el piso y que, cada vez que le llame, acuda raudo para hablar con Álex por Skype y no sospeche que no está viviendo con ella. Como era de esperar, Arturo se niega en rotundo, él está enamorado y no piensa rebajarse de semejante manera y decide coger un vuelo a Berlín.
Dispuesta a callar a su hermano, Carol comienza la búsqueda de trabajo con ayuda de Salva, pero terminan la jornada sin mucho éxito ya que en todos lados les piden saber alemán como requisito indispensable. Desesperada, Carol le pide ayuda a Adela, que acepta traducirle el currículum para que así tenga por lo menos una oportunidad. No obstante, no hace falta ir más lejos ya que en el hotel en el que está trabajando Adela puede que necesiten a alguien más en el personal y Carol le pide ese gran favor.
Finalmente, después de mucho pensárselo y sopesar los pros y los contras de trabajar junto a Carol, Adela acepta recomendarla a sus jefes. Dicho y hecho, Adela consigue a Carol un contrato laboral en el hotel, aunque se va a tener que conformar con trabajar como limpiadora ya que de lo suyo, de momento, no hay nada. Más contenta que unas castañuelas porque, por fin, tiene cómo ganarse la vida en Alemana, Carol le agradece a Adela el gesto, aunque la profesora no tarda en dejar claro que tienen que guardar las distancias.
Quien también está desesperado es Jaime. Después de tener un pequeño percance durante uno de los repartos en el que se ha cargado sin querer un faro de un coche estacionado, la policía le busca por darse a la fuga. El pobre no quiso desparecer sin más e hizo lo que se suele hacer en España al no encontrar al dueño del vehículo afectado, es decir, dejar una nota con el número de teléfono. Sin embargo, en Alemania eso es considerado una fuga y, tras celebrarse un juicio rápido, si no paga 2000€ irá dos meses a la cárcel.
Gracia a la ayuda de su jefe, Jaime logra encontrar la manera de pagar la multa para librar de pasar una temporada entre rejas. Pero para ello debe pagar un alto precio y volver a tirar por tierra todos sus ideales repartiendo droga. De nuevo, Jaime vuelve a ejercer de camello pero, en esta ocasión, los nervios por si le pilla la policía y la condena aumenta se apoderan de Jaime, que no es capaz de soportar la presión de tener un coche patrulla siguiéndole y arroja la mercancía al río, momento en el que se percata de que nadie le estaba persiguiendo y que ha hecho el ridículo.
Las mentiras tienen las patas muy cortas
Roberto, el padre de Adela, se ha tomado la paternidad muy en serio y no duda ni un segundo en meterse en la vida privada de su hijo. Desde que Adela ha vuelto con su novio alemán Roberto no está muy confiado en que el chico no vaya a volver a engañarle, por lo que decide advertir a su hija. Adela no le da más importancia al asunto porque está convencida de que las personas cambian y que su chico no volverá a fastidiarla.
A pesar de sus ideales, las palabras de su padre y del resto hacen que Adela comience a comerse la cabeza y las dudas se apoderen de sus pensamientos. En un momento en el que su novio no está en casa, Adela aprovecha para registrar su mochila, donde encuentra una pulsera con una nota agradeciendo el mes que han pasado juntos. Rápidamente se da cuenta de que está siendo engañada otra vez, pero el chico le explica que ese regalo era por ella, por el mes que han estado separados.
Después de comprobar que su novio es el chico fiel, cariñoso y detallista que tiene que ser, Adela vuelve a confiar por completo en él. Sin embargo, Carol descubre al alemán de compras con una chica que no es Adela. Podría ser una simple amiga a la que está acompañando pero la actitud cariñosa que se procesan y un apasionado beso despeja las dudas de Carol. ¿Cómo le dirá a Adela que su novio es un mentiroso para que le crea? ¿Cómo reaccionará Adela cuando se entere de la noticia?
Pero Adela tiene otro frente abierto con su padre, su madre le ha llamado y han descubierto que Roberto huyó a Berlín no por reencontrarse con su hija, sino porque está siendo buscado por la policía por haber cometido un fraude. Al enterarse de esto Adela le cierra las puertas de su casa, sin dejar que Roberto se explique y sin creer que ahora tenga un cáncer y que necesita urgentemente un transplante o morirá.
Por su parte, Kiko, el primo de Lucas llega a Berlín con una beca erasmus. El joven, nada más aterrizar en la ciudad tiene un encontronazo con Flor, aunque ninguno de los dos sabe en ese momento que son familia. Tras aclarar las cosas y las correspondientes y adecuadas presentaciones, el joven se instala en la casa y comienza a hacer vida de estudiante, o eso intenta hacer creer a sus primos, que le tienen en un pedestal como un muchacho ejemplar y educado, sobre todo Lucas, quien confía en el chico por encima de todas las cosas.
Hasta ahora todo era normal pero Flor descubre que el primo de Lucas les está engañando y en lugar de pasar el día en la biblioteca está de fiesta, emborrachándose y consumiendo sustancias ilegales. Cuando Flor se lo explica a su marido éste no da crédito, por lo que Flor intenta que Kiko caiga en una trampa y se delate él solito, sin saber que el chico les ha escuchado. Sabiendo las intenciones de su prima, Kiko rechaza todas las tentaciones que le propone Flor, fingiendo ser un estudiante centrado.
Al final, Lucas acaba descubriendo que Kiko les ha estado mintiendo durante todo este tiempo y se ha gastado el dinero en fiestas en lugar de estar estudiando. Una borrachera incontrolada ha hecho que tenga que llegar a casa con ayuda de Salva y ya no ha podido esconder más su engaño para gran disgusto de Lucas. Pero el peor problema es que Luchas va a tener que darle la razón a su mujer con las consecuencias que eso conlleva.
Recuperar la ilusión
Para sorpresa de todos, Ulrike está muy contenta porque va a ser dama de honor en una boda, sin embargo, la alegría se difumina cuando se entera de que tiene que participar en un flashmob. Tragándose su orgullo, Álex decide ayudar a su prima para que no haga el ridículo en el evento y la chica acepta la propuesta. Al principio la clase parece no ir de todo mal pero las discrepancias entre ambos provocan una nueva pelea.
Viendo que su prima está deprimida y ha rechazado acudir al enlace, cosa que le hacía gran ilusión, Álex decide darle una segunda oportunidad a su prima y vuelve a su casa para retomar las clases de baile. Al final el baile termina siendo todo un éxito, cosa que queda demostrada con un baile en plena calle. La alegría desbordante de Ulrike hace que los primos se dejen llevar por el momento y se den un beso, aunque rápidamente se separen y cada uno vaya por su lado. Queda demostrado que el roce hace el cariño y que los polos opuestos se atraen.
Última actualización: 19/03/2016