Una brutal denuncia social. Nadine Labaki dirige una obra maestra, un desgarrador grito por aquellos que no pueden defenderse. Un alegato sobre los derechos de los niños y, muy especialmente, de las niñas. Una película que obliga que la sociedad occidental mire a los ojos aquella realidad que intenta evadir.
CAFARNAÚM de Nadine Labaki
El cine de Nadine Labaki siempre ha estado marcado con un enfoque eminentemente de denuncia social. En ‘Caramel’ e ‘¿Y ahora adónde vamos?’, la cineasta plasmó muy acertadamente la situación de la mujer en su país, Líbano. Ahora la realizadora, que es también actriz, da un paso más allá con ‘Cafarnaúm’, Gran Premio del Jurado en el 71º Festival de Cannes, candidata a la mejor película extranjera en la 44ª edición de los premios César y nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa.
Con solo 12 años, Zain vuelve a los tribunales. La primera vez fue por haber apuñalado a un “hijo de puta”, según sus palabras. Ahora, el pequeño es el demandante, ya que ha denunciado a sus padres. Cuando el fiscal le pregunta el motivo de su denuncia, el niño contesta de forma muy clara: “Porque me trajeron al mundo”.
Nacer bajo el dolor. Un alegato sobre los derechos de la infancia
Despreciada durante su paso por el Festival de Cannes, donde la cinta fue tildada de “porno-miseria”, no era de extrañar que causara esa impresión, puesto que el cine de Nadine Labaki es directo, sin filtros, lo que puede provocar que cierto público, especialmente aburguesado, miré con recelo una cinta que, ante todo, es un golpe sobre la mesa ante una situación que sobrepasa la angustia.
La cineasta rueda a modo de flashback, algo que logra aligerar, una trama que es una auténtica bofetada de realidad para el público, para que vea la realidad de muchos niños en el Líbano. Labaki hace un alegato sobre los derechos de la infancia, en el que también entra una defensa de los refugiados e inmigrantes, como puede verse en el personaje de Rahil y su hijo pequeño Yonas. Además, también hace una contundente denuncia a la realidad de las niñas, al mostrar cómo unos padres son capaces de cambiarla por unos pollos cuando tiene su primera menstruación.
La realizadora, que también ha firmado el guion, dirige un duro retrato de un sistema completamente fallido, que mira con indiferencia la situación de aquellos que viven en la extrema pobreza. Su crítica al sistema es feroz, pero tampoco quita responsabilidad a aquellos adultos que, pese a vivir en una situación de marginalidad, no se hacen responsables de sus propias vidas, “trayendo” hijos al mundo sin medir las consecuencias de sus actos. Como dice el padre del pequeño Zain: “Me educaron para ser un hombre y un hombre tiene que cumplir con las tradiciones, por eso tuve hijos”.
Desgarradora denuncia social. Imprescindible
Labaki escribe su denuncia desde la mirada de una infancia nacida bajo el dolor y la desgracia, el pequeño Zain no mira como debería hacerlo un niño, lleno de esperanza, ilusión e inocencia, sino como alguien cuyas ganas de vivir han quedado sepultadas entre escombros, basura, mendicidad y ninguna muestra de afecto. Labaki no es contenida en su discurso, no es de extrañar, ya que la realidad que expone es incluso más dura fuera de la película.
El pequeño lo interpreta con suma dureza Zain Al Rafeea, refugiado sirio que vivió en una situación similar cuando él y sus padres huyeron de la guerra y tuvieron que padecer los estragos de la marginalidad en Líbano. Las escenas de Zain son propias del neorrealismo italiano, en su certera denuncia social. Cuando el pequeño se queda a solas con Yonas, el bebé de Rahil, deja realmente momentos desgarradores, cercanos a ‘La tumba de las luciérnagas’ de Isao Takahata.
Labaki no ofrece una solución a la situación que narra, porque sabe que sería un acto de soberbia el solo intento de pretender darla, pero sí pone el foco sobre una realidad que la sociedad occidental quiere evitar mirar directamente a los ojos. ‘Cafarnaúm’ es un llanto ahogado, una forma de dar rostro a miles de niños sin identidad, como el pequeño Zain. La realizadora crea una de las obras imprescindibles del cine actual, dura cual punzada en el corazón, hecha con sumo respeto y el deseo de darles la digna mención a aquellos que no tienen fuerza. Sin duda, ‘Cafarnaúm’, como su propio nombre bíblico indica, sea aquella visión de desolación en la que pueda obrarse el milagro. El hecho de poder denunciar esta realidad es un milagro en sí. Una desgarradora obra maestra, brutal ejercicio de denuncia social.