La productora de James Wan, el prolífico responsable de las sagas Saw y Expediente Warren, ofrece más de lo mismo en un nuevo título sin interés para quien no sea fan del terror pero que no decepcionará a los amantes de la factoría.
La Llorona (The Curse of La Llorona) de Michael Chaves
Para bien o para mal, el cineasta James Wan es uno de los nombres destacados y de los autores más reconocibles del terror en lo que va de siglo. Aunque nunca ha vuelto a hacer nada a la altura de la primera entrega de Saw, su huella es evidente, con independencia de que también dirija o solo produzca, en todo el cine de la saga Expediente Warren y aledaños, entre los que podríamos incluir a este último título, que incluye guiños a otros de la misma factoría.
Lágrimas de cocodrilo
Wan no pretende descubrir la pólvora y recurre en todas sus obras a los lugares comunes del género: pueden ser viejos conventos en ruinas, muñecas diabólicas o casas encantadas, y en esta ocasión hace conocido para el público global el mito latinoamericano de La llorona, una leyenda local pero muy semejante a otros personajes femeninos de otras culturas cuyo llanto trae malos presagios, como las banshees de Irlanda, por no hablar del cocodrilo que, según dicen, derrama lágrimas falsas para atraer a sus presas; el mito se adapta además emparentándolo con otro aun más universal, el de Lilit y otras mujeres demoniacas que atacan a los niños. La iconografía de rostro cadavérico y ojos amarillos o rojos se parece mucho a la de otras producciones de la casa, la reciente La monja sin ir más lejos.
En comparación con el barroquismo y el regodeo en el aspecto plástico hasta casi emparentar con el giallo italiano que podíamos contemplar en la mencionada La monja, La llorona es un título más contenido con una estructura muy tradicional: el monstruo que al comienzo de la historia ataca a una víctima que pasa por desequilibrada ante la que va a ser la protagonista, que no tardará en convertirse en el próximo objetivo del acercamiento y acoso graduales del ser maligno.
El reproche que se puede hacer es tirar demasiado de lugares comunes y acabar llevando la historia al mismo terreno que las de exorcismos y casas encantadas; la redención a través de la autoridad religiosa se ha convertido en otro clásico de las producciones Wan, que resultan cada vez más indistinguibles entre sí. A ello se une un diseño de personajes bastante pobre, tanto en cuanto a la heroina, una madre coraje apenas esbozada en una línea, como en lo que se refiere a su antagonista, que, al igual que La monja, carece totalmente de identidad propia.
En conclusión, La llorona es sota, caballo y rey y cumple con lo que parece prometer sin entrar en ningún tipo de complicaciones; va dirigida a fans del género que se supone que conocen ya el estilo de la factoría Wan y no deberían esperar mucho más, por lo que solo puede decepcionar a espectadores despistados. Para innovar y arriesgar en el terror, existen afortunadamente otros directores y otras propuestas.