Decepcionante debut en la dirección de Ari Aster, que lleva a cabo una cinta de terror con una excelente producción pero que acaba ahogada en el exceso y en la acumulación de demasiados elementos dramáticos hasta desembocar en lo grotesco. Tampoco se saca partido de un gran reparto en el que Toni Collette, estrella indiscutible de la función, acaba resultando sobreactuada.
HEREDITARY de Ari Aster
En la promoción de Verónica, su director, Paco Plaza, exponía con acierto que una buena película de terror debía basarse siempre en un conflicto personal, familiar o emocional. Esa subtrama es lo que hace que, cuando se incorpore al relato el componente de género (la posesión diabólica, el fantasma, el monstruo, etc.), este tenga fuerza y resulte verosímil. Hereditary tiene esto muy en cuenta; Ari Aster debuta en el largometraje demostrando un buen conocimiento del género y de sus clásicos, aunque esto no significa que no se le vaya la mano ni que haya podido con las deficiencias de un guión que mezcla demasiadas películas en una.
Un cóctel con demasiados elementos
Siguiendo el principio mencionado, Hereditary se basa en un drama familiar: una mujer angustiada por una relación disfuncional con su madre recién fallecida y por un largo historial trágico de enfermedades mentales entre sus seres queridos. El haber recibido esta herencia la atormenta y la lleva a fuertes conflictos con sus hijos menores, el mayor de los cuales tiene de hecho miedo a su madre y a su comportamiento irracional y tal vez peligroso. Solo las pinceladas de género que salpican la historia, con la presencia de la abuela muerta sobrevolando a la familia, separan la primera mitad de la película del cine de autor de más intensidad dramática; de hecho, el articular la historia a partir de personajes femeninos fuertes y de familias incapaces de comunicarse y transmitirse algo más que negatividad no está lejos de Bergman, aunque probablemente ni siquiera el maestro sueco hubiera cargado tanto las tintas en la tragedia. La película parece durante su primera hora intentar dirigirse a un público adulto enemigo de las estridencias del género y distanciarse del terror adolescente más fácil, aunque con una peligrosa tendencia al exceso; en cine la suma de componentes dramáticos puede acabar restando.
Sin embargo, en su segunda mitad la narración se mete ya de lleno en el componente de género, alejándose de la calculada ambigüedad de uno de sus referentes, el clásico La semilla del diablo, y de nuevo acumulando demasiados elementos: a la posible herencia de una enfermedad mental, que la protagonista puede no solo haber adquirido sino haber transmitido a sus hijos, se suma la comunicación con espíritus y la brujería hasta confeccionar un pupurri que solo puede hacer las delicias de los amantes del terror más simple y grotesco. El excesivo metraje del film (127 minutos suele ser mucho para cualquier cinta de género) ayuda a que coexistan en él muchas películas diferentes que no acaban de encajar entre sí y a que no se saque partido de una gran actriz como Toni Collette, que aquí aparece sobreactuada y desaprovechada.
No obstante, que el proyecto naufrague no quiere decir que no haya elementos de interés en él ni que su director no sea capaz de crear secuencias que de manera aislada funcionan. La manera en que se informa al espectador del pasado trágico de la familia de la protagonista consigue no resultar forzada y la historia cuenta con un gran personaje secundario, como es la compañera del grupo de terapia al que acude Toni Collette (Ann Dowd, una de las malas de El cuento de la criada). Tal vez con un coguionista que le ayude a poner en orden y estructurar sus ideas el director pueda hacer algo de provecho en el futuro.
Hereditary es un plato al que las muchas especias e ingredientes fuertes que contiene acaban matando unos el sabor de las otros y haciéndolo indigesto. La producción es muy buena y hay algunos hallazgos en la narración, pero no los suficientes. No consigue ser la película de terror de la temporada que parecía anunciar su publicidad.