La política pakistaní Benazir Bhutto, asesinada por organizaciones terroristas en 2007 cuando volvió a su país, dijo: “En última instancia, el liderazgo es la fortaleza de las propias convicciones, la capacidad de soportar los golpes, y la energía para promover una idea”. El cine de Irán es una de las formas más elegantes y sutiles de protestar. Ejemplos ilustres están en cineastas como Asghar Farhadi y Jafar Panahi demuestran la habilidad del cine persa en crear historias más allá de lo social. Ahora llega una nueva creadora, se trata de Ida Panahandeh, con ‘Nahid’, que tras su paso por el Festival de Cannes y la Seminci de Valladolid llega a salas comerciales.
A orillas del Mar Caspio vive Nahid, una mujer de mediana edad que intenta salir adelante como puede. Vive con Amir Reza, su hijo de diez años, al que ella sola mantiene ya que su ex marido Ahmad, es un hombre drogadicto y con deudas con el juego. Pese a que la sociedad iraní da preferencia al hombre respecto a la custodia y guardia de los hijos, Nahid logró llegar a un acuerdo con Ahmad: Ella se quedaba con Amir Reza a cambio de que no vuelve a contraer matrimonio. Aunque no será fácil mantener esa promesa, ya que la mujer se enamora de Masoud, un hombre que pretende casarse con ella.
Pese a tratarse de una ópera prima, la cineasta ha sabido crear una película con un mensaje directo y conciso mostrando a una protagonista con varios frentes abiertos, a cada cual más absurdo. Las intenciones son claras: Mostrar una sociedad con costumbres incoherentes y arcaicas, en la que sus ciudadanos viven mintiéndose a sí mismos y a los demás. La escena en la que Nahid se coloca mal un hiyab y deja al descubierto un mechón de cabello, un simple gesto, sirve de metáfora para unas mujeres que gritan silenciosamente.
‘Nahid’ sigue la tendencia de otras cintas similares como ‘Nader y Simin. Una separación’ en lo que se refiere a mostrar el papel de la mujer en la sociedad actual iraní y la presión de ésta en sus propios ciudadanos. Pese ser una historia social, Panahandeh no olvida que está creando cine, ofreciendo un apartado técnico magnífico. Sus planos panorámicos a las orillas del Mar Caspio, en los que la protagonista espera a su amante vigilada por una cámara, combinado con una magnética fotografía provoca una sensación de libertad vigilada que ayudará a empatizar con la joven Nahid.
Una mujer que sólo pretende hacer su vida, de manera honesta y alejada de cualquier tipo de reivindicación social o política. La actriz Sareh Bayat, que ya apareció en ‘Nader y Simin. Una separación’, ha logrado maravillosamente meterse en la piel de una protagonista mundana, que sólo desea criar a su hijo y casarse con el hombre al que ama. Algo tan sencillo a simple vista, pero que en Irán es todo un acto de rebeldía.
Quizás el gran pero que puede tener es la falta de crítica al sistema en sí, las autoridades o la administración pública no aparecen durante todo el metraje. Con lo cual, le falta la ferocidad del cine de Farhadi o el de Panahi, al que le prohibieron grabar cualquier tipo de material y salir del país. De hecho, la realizadora ha cuidado mucho sus comentarios promocionando la película. Panahandeh ha remarcado que su relato debe tomarse como un caso concreto y no generalizado de la sociedad. Una autocensura que dice mucho de la situación de la mujer, especialmente si trabaja y es independiente, en un país islámico. Pese a ello, ‘Nahid’ reluce crítica e invita al público a conocer una realidad que no debería ser ajena.
4 / 5