La realizadora argentina, afincada en España, Daniela Féjerman parecía la clásica cineasta de comedias costumbristas con falta de innovación. Sus tres películas anteriores: ‘A mi madre le gustan las mujeres’, ‘Semen, una historia de amor’ y ‘7 minutos’ son claros ejemplos. Sorprendió mucho su presentación en la 60ª edición de la Seminci de Valladolid con ‘La adopción’. No sólo porque esta propuesta sea completamente opuesta a lo visto por la directora, sino por ser una de las mejores producciones españolas del año 2015.
Natalia y Daniel son una pareja española que viaja a Lituania para terminar con el proceso de adopción de un niño. Sin embargo, las cosas no salen como ellos esperaban y deberán quedar más tiempo en el país. Pronto verán cómo lo que parecía una feliz culminación de un proceso largo se convertirá en una pesadilla. El matrimonio vivirá en un lugar hostil en el que la corrupción está a la orden del día y el futuro de esas pobres criatura está manos de traficantes que se aprovechan de la buena voluntad y las esperanzas de los posibles padres.
Féjerman crea un relato, ciertamente, terrorífico. El horror de esta propuesta reside en ese sistema en el que sus protagonistas caen atrapados para poder realizar uno de sus mayores sueños: Tener un hijo. El inicio es ya toda una declaración de intenciones: Perder las maletas en un aeropuerto frío e inhóspito es el comienza del calvario de este matrimonio y, con ellos, las ilusiones y el futuro de los niños que esperan eternamente que alguien los quiera.
Una experiencia personal fue el inicio de la creación de esta película y, según declaró la misma directora, se trata de “como si fuera un Cuento de Navidad que hubiera escrito Kaftka”. Y en eso, tiene toda la razón. Ya que muestra con toda la frialdad posible, las injusticias y el sistema corrupto que las protege. Esa odisea por la que pasa tanto individual como complementariamente ese matrimonio enseña también como esa corrupción viene desde antes de la caída del telón de acero, de cómo se puede tener la sangre de aprovecharse de las ilusiones de la gente para poder obtener beneficios que el Estado niega a sus contribuyentes. Un círculo vicioso del que es difícil salir.
Este viacrucis por el que vive esta pareja española no habría calado tan a fondo si no hubiera sido por su dúo de actores, a los que sólo se les puede calificar de magistrales. Francesc Garrido y Nora Navas siempre han sido buenos ejemplos de grandes interpretaciones en los proyectos en los que se han involucrado. Pero en ‘La adopción’ llegan a la perfección gracias a una buena dirección, que les ha permitido ahondar en lo más profundo de la frustración por estar obligados a ser partícipes de un sistema al que ellos mismos han contribuido. Garrido es aguante, estoicismo, hasta que explota de las maneras más humanas posibles, pero también menos acertadas. Navas es constancia y miradas, pocas veces una actriz ha dicho tanto sólo con su mirada, con sus expresiones faciales. Todo un ejemplo de que en España se está produciendo otro tipo de cine.
Con unos actores magníficos, una buena dirección y un guión que sabe golpear al espectador de manera director, sin sentimentalismos baratos o edulcorados (gracias a la propia Féjerman y Alejo Flah, director de la estupenda ‘Sexo fácil, películas tristes’); esta propuesta es, sin duda, una de las mejores del año. ‘La adopción’ muestra que de un problema concreto se puede mostrar un mensaje universal. Magnífica e hiriente, como un corte limpio.
4 / 5