Realmente el revisitar clásicos es algo habitual y completamente lógico y normal. Desde que tiempos inmemoriales, los autores se han inspirados en otras obras para crear las suyas propias. Sin embargo, la tendencia que existe últimamente de traer a la vida clásicos con un toque moderno o que pretendan aportar algo diferente va en exceso. Unas veces sale bien, pero otras veces sale mal. En el segundo lugar estaría ‘Victor Frankenstein’, una nueva versión del clásico de Mary Shelley, esta vez liderado por Paul McGuigan.
El científico Victor Frankenstein y su brillante ayudante Igor pretenden lograr uno de los hallazgos más increíbles de la historia de la humanidad: Encontrar la fórmula de la inmortalidad. Para ello, harán todo lo posible para llegar a esa conclusión. Sin embargo, los experimentos del doctor Frankenstein han llegado a nivel extremo y empiezan a provocar horrorosas consecuencias que pueden llegar al científico a la locura. Para evitar un mal mayor, Igor intentará hacer todo lo posible para evitar que las creaciones de Frankenstein causen el terror en la ciudad.
McGuigan llevaba ya bastante tiempo sin dirigir un largometraje, concretamente siete años. ‘Push’ fue ya una propuesta irregular, pero ‘Victor Frankenstein’ resulta una obra más deslucida que la anterior. Pero, ¿por qué? La película no aporta ese punto diferente que pretendía mostrar, como tampoco deja claro qué mensaje quiere transmitir.
A ver, no es la primera vez que se muestra una crítica de cómo unos pocos pueden sacar provecho de las obsesiones de una persona. Sin embargo, a la cinta le falta una clara conexión con sus personajes, que son completamente planos y que carecen de los trasfondos que la historia requiere. Cierto es que en ello no tienen la culpa ni James McAvoy ni Daniel Radcliffe, puesto que hace lo posible por salvar una propuesta en la que no está claro qué se quiere proyectar.
Con un monstruo que queda aparcado a un segundo plano, ‘Victor Frankenstein’ pretende ahondar en la psique del creador del monstruo y de su leal compañero pero sólo logra mostrar una historia con un efectivo melodrama pero que naufraga en su intento por crear una película que enseñe las obsesiones que llevan a la perdición al famoso científico creado por la pluma de Mary Shelley.
Pese a ello, afortunadamente la película tiene ese toque efectista que logrará satisfacer a aquel espectador que no desee buscar ni una obra profunda, ni una película intensa o ambiciosa. Su público, aquel amante del toque gótico y la acción, la querrá. Como título para una película sobre Frankenstein no vale, pero para un divertimento de evasión, sí. Pero, ¿realmente vale la pena? Eso que lo juzgue el público.
