El cine de Guillermo Del Toro siempre se espera con interés tanto por parte de crítica como de público. El director mexicano tiene en su haber una filmografía interesante, en la que ha sabido mezclar con inteligencia el cine más personal (su magistral debut con Cronos), con el blockbuster puro y duro pero de calidad (Hellboy o Pacific Rim). Del Toro es un maestro a nivel visual, un director que sabe filmar con un estilo propio y dotar a cada plano de una elegancia o intencionalidad. Por eso La cumbre escarlata decepciona especialmente, porque es inevitable sentir al final que la película es un quiero y no puedo.
Tras una primera media hora, que nos hace pensar que estamos ante una película de terror gótico digna heredera de clásicos como The Haunting de Robert Wise o, por no echar la vista tan atrás, la magistral Sleepy Hollow de Tim Burton, La cumbre escarlata va perdiendo interés conforme vamos intuyendo el Mcguffin de la historia, que la termina convirtiendo en una película de terror sin terror, de romanticismo sin romanticismo, todo se queda a medias en la película de Guillermo Del Toro. Podría haber dado para un excelente capítulo de The Twilight Zone o de Alfred Hitchcock presenta, pero como largometraje falla, con una media hora final que se derrumba hacía lo más trillado del cine de terror con el agravante, repito, de además no producir miedo o al menos inquietud en el espectador en ningún momento.
La sensación de frustración se redondea cuando vemos a un brillante Tom Hiddleston (lo mejor de largo del film), que brilla en cada secuencia y sabe dotar a su personaje de rico cazafortunas venido a menos del interés que no logra otorgar Guillermo Del Toro al guión, escrito también por él mismo. Le acompañan una Mia Wasikowska que desde que se dio a conocer con la excelente versión de Jane Eyre que rodó Cary Fukunaga (True Detective), se ha convertido en musa del cine indie pero que aquí está demasiado taciturna y reconcentrada. En cuanto a la tercera pata del banco, Jessica Chastain, su magnetismo no basta para enganchar al espectador a un personaje, al que se le ven las costuras y se puede adivinar sin ser especialmente avispado por donde va a evolucionar desde su primera secuencia y que se convierte conforme avanza la historia, en lo peor de la película de largo.
La cumbre escarlata se descubre finalmente como una película de terror gótico de brillante envoltorio pero escaso calado, como si Del Toro se hubiera concentrado más en cuidar la brillante forma del film, que en provocar el miedo o el interés del espectador por lo que esta viendo en pantalla. Una oportunidad perdida por Del Toro para recuperar el brillante nervio de sus, para quien escribe, dos mejores películas: El laberinto del Fauno y sobre todo, El espinazo del Diablo, curiosamente ambas de producción española.
Aún así, la película se sigue agradablemente a pesar de sus defectos, y si sois fans de Del Toro o queréis ver una película de terror que tampoco os lo haga pasar excesivamente mal en la sala, La cumbre escarlata puede cumplir vuestras expectativas. No quiero terminar sin mencionar el excelente trabajo en la banda sonora del español Fernando Velazquez (Lo imposible), que se está abriendo poco a poco su hueco en Hollywood y es, junto a la labor de Hiddleston y la fotografía de Dan Laustsen, lo mejor de La cumbre escarlata.
2.5 / 5