Crítica de 'Madre sólo hay una'
Crítica de 'Madre sólo hay una'
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El escritor José María Pemán dijo: “A una madre se la quiere siempre con igual cariño y a cualquier edad se es niño cuando una madre se muere”. Si en algo es experta Anna Muylaert es en dirigir historias relacionadas con la familia, con el valor de las madres. Tras la maravillosa ‘Una segunda madre’, la cineasta brasileña regresa con ‘Madre sólo hay una, que logró el premio a la mejor dirección y al mejor actor en la 61ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, la Seminci, y que estuvo en la sección Panorama del 64º Festival de Berlín.

Un drama sobre los lazos familiares y la identidad personal

Crítica de Madre sólo hay una

Pierre es un joven de 17 años. Se trata de una edad muy complicada y en la que se empieza a definir la personalidad. Su padre hace unos años murió y vive con su madre, Aracy, y su hermana pequeña, a las que quiere con locura. Sin embargo, el frágil equilibrio de su vida se derrumba al saber que la que creía su madre, realmente lo robó del hospital cuando era un bebé, algo que también hizo con su hermana pequeña. Esto provoca que su progenitora acabe entre rejas y él deba enfrentarse a una nueva realidad, una nueva familia. Así descubre que su nombre real es Felipe y que es hijo de una familia burguesa. Este cambio en su vida no será nada fácil.

En su quinta película, Muylaert sigue hablando de las relaciones familiares. Sin embargo, con ‘Madre sólo hay una’, la directora hace un inciso en su forma de narrar, centrándose en la vida del hijo, de las consecuencias de los actos de los adultos, de la que creía de su madre, de su nueva familia, que para él son unos auténticos extraños. Al ser un chaval de 17 años, la forma en la que se narra es completamente caótica, entremezclando planos secuencias con planos fijos. Un estilo, visualmente, muy diferente al de ‘Una segunda madre’, ‘Durval Disco’ o ‘Prohibido fumar’.

Naomi Nero en Madre sólo hay una

Naomi Nero en 'Madre sólo hay una'

De esta manera, la realizadora provoca que se entre en la caótica cabeza del protagonista, un chico diferente a lo, normalmente, visto. De hecho, la directora se atreve con un personaje arriesgado, al que se le puede catalogar de queer. De manera que la cinta se aleja de ser un drama sobre “niños robados”, cuyo caso está inspirado en hechos reales, y se centra en ser una película sobre la identidad personal y los lazos afectivos que se van marcando.

Para crear está película, los actores protagonistas juegan un papel fundamental en la cinta. Dani Nefussi está magnífica en su interpretación doble, siendo por un lado esa madre a la que ama Pierre pese a no ser su progenitora, por otro lado está aquella madre biológica que es una desconocida para el chico, estupendo Naomi Nero, que logra transmitir las dudas propias de la adolescencia, además de soportar el drama familiar. Recuerda a los primeros papeles de Paul Dano.

Valiente y arriesgada

Escena de 'Madre sólo hay una'

Madre sólo hay una’ es la deconstrucción de los lazos familiares y una apuesta por mostrar la diversidad afectivo-sexual, que va más allá de la orientación y la identidad de género. Muylaert firma una película comprometida, arriesgada y con sello propio. Una reflexión sobre el afecto maternal que demuestra que se está ante una de las grandes cineastas de Brasil. Muylaert es una clara heredera del cine adolescente de André Téchiné y una respuesta sudamericana al cine de la francesa Céline Sciamma, sencillamente espléndida.

Tráiler de Madre sólo hay una en Español

Valoración de 'Madre sólo hay una'
  • Dirección
  • Guion
  • Interpretaciones

Resumen

Anna Muylaert trae una nueva reflexión sobre los lazos familiares, aunque esta vez desde el punto de vista de los hijos. Una película valiente y arriesgada.

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