Ya sabemos que Seth MacFarlane divide aguas. Prácticamente no existen grises en cuanto a las opiniones del público en lo que concierne a los productos que el realizador ha sabido crear. En esta ocasión, MacFarlane nos presenta Ted 2, valiéndose nuevamente (como no podía ser de otra forma) de la presencia de Mark Wahlberg, quien vuelve a demostrar que posee un interesante timing para la comedia. La secuela (para muchos innecesaria) no llega a hacer sombra ni tampoco a encontrarse a la altura de la primera entrega. Sin embargo, consigue sacar a relucir algunos que otros momentos netamente humorísticos. Con el sello, lógicamente, del creador de Padre de Familia (Family Guy).
La historia inicia con el casamiento de Ted y Tami-Lynn (Jessica Barth) para adentrarnos en el progreso de la vida del pequeño oso de peluche y luego en las discusiones que se dan en la convivencia. Para salir a flote y superar las diferencias, deciden traer un hijo al mundo, pero antes de ser padre, Ted debe demostrar ante el tribunal de justicia que es una persona y no una propiedad. Allí intervienen tanto algunas cuestiones externas como personajes antagónicos que complican todavía más las cosas para nuestro protagonista.
Si existe algo por lo que Ted 2 no acaba de conquistar por completo es por la intermitencia de su desarrollo, de sus resoluciones. No todas las secuencias parecen encontrar el remate justo ni ideal que suscite, del otro lado, la risa cómplice del espectador. Es así como en determinados momentos los chascarrillos quedan flotando levemente en ese vacío que produce la ausencia de carcajadas en conjunto. Asimismo, Ted 2 es portador de unas cuantas escenas ocurrentes en las que la impronta característica que le imprime MacFarlane parece estar intacta. Es por esos tinos y desatinos en acontecimientos diversos, que se puede asegurar que la cinta sufre por su irregularidad.
Si bien la película intenta conservar el espíritu chabacano con el que el director define su estilo, da la impresión de que Ted 2 es una versión bastante más rebajada y “light” (salvando pequeñas instancias en particular), por decirlo de algún modo, que su predecesora. Lo mismo ocurre si la comparamos con Mil maneras de morder el polvo, también de MacFarlane, en la que lo escatológico y lo políticamente incorrecto cobraban una forma más acentuada y osada en su vuelco a la pantalla.
La cinta logra generar empatía y complicidad con el observador (además de sumar unos puntos adicionales) cuando presenta cameos tales como el de Liam Neeson, por citar tan solo un ejemplo. Del mismo modo triunfa cuando se aboca a citar referencias cinematográficas variadas, jugando irónicamente y hasta burlándose de estrellas que conforman el mundo del espectáculo (un recurso que casi siempre está presente en las obras de Seth MacFarlane).
Entretenida y desprejuiciada, Ted 2 termina resultando una entrega llevadera, divertida, aunque inferior a la primera parte. Vale destacar que probablemente lo mejor de esta secuela esté dado en lo que se exhibe durante toda la escena que tiene lugar en la Comic-Con, con una mezcla de personajes y hechos alocados.
3 / 5