“La gente creativa no emite juicios morales -al menos no inmediatamente- sobre lo primero que se le presenta a la vista. Habrá tiempo después para aplicar estos juicios en los que vayan a crear, si es que tienen esa inclinación, pero el arte en su esencia no tiene nada que ver con la moral, las convenciones o lo moralizante”.
Patricia Highsmith
Todd Haynes tiene una sensibilidad artística única, es capaz de evocar otras épocas y de darles vida a personajes complejos e incómodos que vivieron en un momento de la historia que no les convenían. Tras ‘Lejos del cielo’ y ‘Mildred Pierce’, el realizador estadounidense trae a dos protagonistas femeninas valientes y sin complejos en ‘Carol’; candidata a la Palma de Oro en el 68º Festival de Cannes, ganadora de la Palma de Plata a la Mejor Actriz para Rooney Mara y nominada a seis premios Oscar.
Navidades en el Nueva York de 1952, Therese Belivet trabaja como dependiente en unos grandes almacenes en Manhattan de manera temporal, mientras se labra una carrera como fotógrafa. Un día entra una mujer elegante, de cabellos rubios, mirada hipnótica y de nombre Carol. Therese queda prendada de esa misteriosa mujer. Entre ellas surge un amor intenso y profundo, pero son los años 50 y esa relación no estará bien vista por la sociedad.
Todd Haynes hace suyo el relato que Patricia Highsmith publicó en 1952 con el pseudónimo de Claire Morgan y titulado ‘El precio de la sal’. Una novela adelantada a su tiempo que, a diferencia de los relatos de la época, la homosexualidad no está vista como una carga y sus personajes no tienen un final trágico. Con lo cual, ‘Carol’ se aleja de títulos “más reivindicativos” como ‘Brokeback Mountain’, ‘Las horas’ o ‘The Imitation Game (Descifrando Enigma)’. Debido a su temática, Haynes estéticamente la une con títulos clásicos como ‘Muerte en Venecia’, ‘Berlín interior’ o ‘La calumnia’ pero sólo la semejanza está en su belleza ya que ‘Carol’ da un paso más allá.
Haynes es un pupilo confeso de los melodramas de época de Douglas Sirk, el realizador californiano hace alarde de cómo ha logrado traer el estilo narrativo y estético y hacerlo suyo completamente. Con ‘Carol’, el cineasta reinventa el estilo de ‘Lejos del cielo’ para depurarlo y darle un toque que combina entre lo sórdido y lo elegante. Junto con la guionista Phyllis Nagy, crean una historia en la que las insinuaciones, los gestos y las miradas imperan frente a diálogos parcos, cordiales y con cierta distancia.
Junto con esa elegancia innata están dos actrices que ofrecen su imagen para unos personajes fuera de lo común. Cate Blanchett es una de los pocas actrices que tiene ese aura de estrella clásica, su majestuosa esencia es la adecuada para una historia en su mirada femenina tiene una fuerza de hierro. A su lado está Rooney Mara, Palma de Plata en Cannes, que es lo opuesto: Inseguridad, expectación y viveza. La joven fotógrafa es un mar de dudas, en el que la relación con esa dama madura hace que ella misma se construya su propio futuro, sin dependencias emocionales, simplemente vivir, con un frágil equilibrio de felicidad.
Con inspiración de ‘Breve encuentro’ de David Lean, que se une a los de Sirk e incluso de Wong Kar-Wai, ‘Carol’ es una muestra de una época, en la que nada sobra y nada falta, confeccionada con dedicación, delicadeza y brillantez. Dos mujeres que decidieron vivir en una época en la que todo aquello que se saliera de la línea (plena época anticomunista), ambas construyeron su camino e hicieron de la hostilidad su caparazón, cierto es que dan las dos algo a cambio, pero Highsmith (y con ella Haynes y Nagy) ofrecen una luz de esperanza en la que decidir vivir y poder mirarse al espejo hace que todo haya merecido la pena.
5 / 5