La presencia de los Oscars a la vuelta de la esquina, trae consigo la llegada a nuestra cartelera de una serie de propuestas que permiten desintoxicarnos del cine comercial predominante en la temporada Navideña. Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia), el nuevo trabajo del cineasta Alejandro González Iñárritu tras cinco años apartado del celuloide, es posiblemente el mejor ejemplo de ello que encontrarás a lo largo de todo 2015.
Birdman es un retraso surrealista del mundo de la interpretación y del “star system”, esa montaña rusa que te eleva a los cielos y te devuelve a la mortalidad terrenal sin que tengas tiempo siquiera a asimilarlo. Iñárritu nos lleva a Broadway, cuna del nacimiento de algunas de las mayores obras de teatro de todos los tiempos, epicentro del talento interpretativo puro y sin artificios, y donde la segunda toma brilla por su ausencia. Por ello, el cineasta tras “21 Gramos” y “Babel“, rinde pleitesía al sistema teatral con un virtuoso uso del plano secuencia, en un alarde de técnica cinematográfica (y percusión) sin miedo a la complejidad.
Con estas secuencias sin cortes, con una duración nunca menor a los diez minutos, Iñárritu demuestra plena confianza en sus cualidades y las de su equipo técnico, pero sobre todo en los actores que componen esta obra. Es aquí donde sobresale un renacido Michael Keaton, relegado a secundario en infames producciones, y que nos deleita con el que sin duda es el mejor trabajo de su dilatada carrera, y posiblemente para él el más divertido. Los secundarios también nos brindan unas generosas raciones de saber hacer, en especial Emma Stone y Edward Norton, pero quizás algunos miembros del reparto terminan quedando demasiado relegados en una historia donde todo circula por y para la figura de Riggan (Birdman).
En un mensaje cuasi poético, donde el ego y las obsesiones de aquellos que han llegado a lo más alto, les impide reconducir su carrera, Birdman humaniza al mundo entre bambalinas, aquello que el espectador no ve, pero que los que allí habitan sienten, padecen, y sufren. Atrevida, utópica, descarada, y difícilmente clasificable, Birdman responde con sátira e ironía a los productos de éxito del cine moderno, y reivindica a aquellos interpretes que más allá de máscaras externas, quedan abducidos y sumergidos en sus personajes hasta que se cierra el telón. Bendita ignorancia.
4.5 / 5