Claire Danes es una actriz talentosa. Dos Globos de Oro y tres Emmy lo atestiguan. Tal vez, por eso, su papel como Carrie Mathison en Homeland parece que llega tanto. Esta semana la angustia de nuestra protagonista se siente muy cerca, y más sabiendo todo lo que se juega Carrie cada vez sale a la calle, espía a alguien y se cuela en su casa. El recap del episodio anterior aquí. ¡Alerta spoiler!
Saul Berenson se encuentra con Brett O’Keefe
Sí, Carrie es muy protagonista esta semana pero ojo a Saul Berenson con su encuentro con Brett O’Keefe. En este capítulo, el recién estrenado asesor de seguridad nacional llega al escondrijo del locutor con un montón de agentes del FBI “para hablar”. No “para hablar” le reciben Brett y sus nuevos aliados, casi salidos de uno de esos programas de gente que viven en los bosques y cazan osos que emiten en DMax.
Como dice Berenson, solo quiere hablar, mientras va consultando con la Casa Blanca y la Presidenta qué puede y hasta dónde puede negociar con O’Keefe. Lo que peor les viene es, sin duda, un ataque directo porque tiene pinta de que habría muertos. Y Keane no puede permitirse muertos. Pero se niega a hacer caso a Wellington, que le propone levantar todo cargo contra Brett.
Otra cosa que le aconseja es que de el visto bueno a un ataque estadounidense a un convoy de armas en Siria que un general del ejercito le propone (por segunda vez). Y, más adelante, le asegura que no solo para “salvar vidas” en aquel país, sino también como distracción en la prensa a la noticia del lío de O’Keefe. Elisabeth se niega, siendo así fiel a todo lo que prometió en campaña acerca de la posición de su país en conflictos extranjeros.
En medio del bosque, la negociación entre Saul y Brett no llega a ningún punto claro, y Berenson hace gala de toda su experiencia en la CIA para darle la justa razón a O’Keefe y entonces plantar la duda: nunca estará en una posición tan ventajosa para negociar como ahora, pues la gente al final se olvidará de él. Brett dice que se lo pensará, pero la verdad es que de camino vienen un montón de refuerzos de la gente de los bosques, armados.
Los rebeldes deciden actuar
Por supuesto, se lía gorda. Y eso que Keane había aceptado casi todas las condiciones del locutor (básicamente amnistía para los que le habían ayudado y que su juicio fuese televisado); pero la cosa se precipita cuando Sharon, la asistente de Brett, se pasa de bando avisando al FBI de que llegan refuerzos, como digo, apareciendo por allí el regimiento de leñadores en quads rifles en mano. Ojo que uno de estos le corta el paso a Berenson, que estaba allí en medio sentado, quedando a merced de los “rebeldes”.
Al final le sueltan, pero la tensión ha alcanzado un punto de no retorno, que tanto Brett como Saul saben que solo puede acabar mal. Esa misma noche, el FBI monta un operativo alrededor de la casa, con vehículos de asalto y todo. Por supuesto, la prensa estará al tanto de todo, y de ahí la idea de Wellington que rechaza Keane de atacar en Siria. Pues bien, el señor se la juega a su jefa llamando al general aquel diciéndole que Elisabeth a dado orden de atacar.
El general da cuenta de lo irregular del procedimiento, dejando claro que tiene que oirlo de su propia boca para aceptar la orden, pero Wellington se inventa que es todo cosa de rapidez y que, lo mismo, mañana la mujer se arrepiente. Y va el general y le parece bien la explicación y se pone en marcha. WTF.
La medicación de Carrie deja de funcionar
La semana pasada dejamos a Mathison después de darle una paliza al hacker que intentaba chantajearla. Ya comentamos que Carrie parecía, por un segundo, perder el control. Ella, sabiendo que lo perdía, decide visitar a su terapeuta, con la cabeza sangrando y todo, que se vea que tiene problemas. La medicación de su trastorno bipolar parece que deja de hacer efecto y la solución que llevarán a cabo será la de volver a probar nuevas dosis y nuevos remedios, aunque primero Mathison tendrá que estar en casa medicada y somnolienta un par de días.
Sin embargo Carrie no tiene tiempo para eso, no ahora. Después de intentar localizarla, Dante toca a su puerta asegurando que -al final- le hizo caso e investigó y localizó a la misteriosa mujer de la foto que le envió, la que se pasó por casa de Wellington, que se llama Simone Martin (Sandrine Holt). A Carrie, no en su mejor estado, le importa ya poco el asunto (hasta el punto de confesarle a Dante que es bipolar). Claro que todo cambia porque él tiene pruebas de que Simone estuvo cerca de la cárcel en la que murió McClendon cuando aquello pasó.
Dante le salva el cuello a Mathison
Ante tales evidencias, por supuesto, Mathison decide que no puede perder la oportunidad, así que se toma un par de pastillas más para el body y se marcha a hacer labores de primero de espía haciendo guardia frente a la casa de la mujer. Cuando Simone se marcha, Carrie decide pasar a la acción y se cuela en su casa, mientras manda a Dante a seguirla. Y Mathison entra, hace lo típico de espía (un par de fotos, copiar el disco duro en un periquete, etc.), y sale como entró pero con una diferencia: le pillan.
Sí, una patrulla de policía le hace el alto y, ante la negativa de Carrie de identificarse, se la llevan a comisaría. No sé si será por la medicación o el susto, pero en tres escenas Mathison cambia de versión como tres veces, primer indicio absoluto de culpabilidad: que si le estaba dando de comer al gato de una amiga inmigrante, que después resulta que está en plena batalla legal por la custodia de su hija y aquello le vendría fatal. Una serie de historias que llevan a que la terminen fichando.
La verdad es que en algo tiene razón, y es que una detención le supondría serios problemas con los servicios sociales, que tantos dolores de cabeza le dieron la temporada pasada con Franny. Por suerte, Dante le salva de todo moviendo algunos contactos, y su pequeño incidente queda borrado. Yo es que ya me la imaginaba en la celda gritando que la dejasen salir que era de la CIA. Al señor hacker del episodio anterior le quedó bastante claro.
Última actualización: 16/05/2020