Estéticamente Roma es magistral y su actriz protagonista es excepcional. No obstante, la joya de Cuarón es más superficial de lo que el cineasta mexicano ha hecho creer a la crítica y al público.
ROMA de Alfonso Cuarón
Mucho se ha hablado sobre ‘Roma’, una de las películas más aplaudidas de Alfonso Cuarón, especialmente lo relacionado con su distribución en cines. Nominada a diez premios Oscar, entre ellos el de mejor largometraje del año, y ganadora del León de Oro del 75º Festival de Venecia, parece que el filme del cineasta mexicano parece confirmar las intenciones de Netflix de querer medirse cara a cara a las distribuidoras de cine.
Septiembre de 1970, Cleo es una muchacha de provincias que trabaja como doncella en la Colonia Roma, el elegante barrio de clase alta de la Ciudad de México, para una familia burguesa. Antonio es el padre de la familia, médico que viaja constantemente a convenciones, Cleo suele trabajar más para su esposa, Sofía, que ejerce de cabeza de familia durante las largas ausencias de su marido. En la mansión también viven Teresa, suegra de Sofía, los cuatro hijos pequeños y Adela, otra doncella. Durante un viaje a Quebec, Cleo y la familia para la que trabaja vivirán una serie de acontecimientos que transformarán sus vidas.
Una mirada hacia el pasado burgués del cineasta
Rodada en un cuidado en blanco y negro, se trata de una de las películas más personales de Alfonso Cuarón, que se crió en la lujosa Colonia Roma. El realizador se ha inspirado en sus propios recuerdos de infancia y en la relación que él tuvo con su madre y también con la que tuvo con la doncella de la casa, que le cuidó durante su niñez, eso es lo que ha declarado siempre el cineasta en las entrevistas que ha concedido sobre el filme.
Y sí, se percibe que ha querido plasmar la realidad de la sociedad mexicana de inicios de los años 70, sus jerarquías y las diferencias de clases. No obstante, el resultado es muy distante. Por un lado, Cuarón acierta de lleno en la historia de la doncella, Cleo, interpretada magníficamente por Yalitza Aparicio, a la hora de querer plasmar la vida de una mujer de provincias, amerindia y que vive una situación límite tras una relación con Fermín, un joven también de provincias.
La situación de Cleo, Cuarón la firma con profunda entrega y sumo detalle, a ello se suma la suma fragilidad que transmite la mirada de Yalitza Aparicio que, pese a su situación, logra tener una fuerza interior excepcional. Sin duda, recuerda a la de Magaly Solier en ‘La teta asutada’. Sin embargo, ese sentido homenaje a la figura de la doncella, que en las sociedades iberoamericanas, marcadamente clasistas y racistas, hubiera quedad perfecto de no ser porque Cuarón diluye esa reivindicación con la historia de la familia burguesa protagonista.
Belleza y delicadeza estética por encima del melodrama convencional
Mientras que Claudia Llosa centraba su discurso con un potente alegato sobre la dignidad y los derechos de las mujeres indígenas, que en Perú llevaban un peso histórico mayor por las guerrillas y el terrorismo. Cuarón, que tenía una oportunidad magnífica para hacer una feroz crítica a la sociedad clasista mexicana, que en los años 70 estaba más marcada, opta por un discurso más liviano, queriendo crear un vínculo personal con la familia pudiente. Su supuesto mensaje feminista, haciendo referencia a la relación personal entre la doncella y su jefa, se queda en un terreno artificial, al no querer hacer evidente la fuerza de unas barreras sociales que, si en la actualidad siguen estando muy presentes, en los años 70 eran aun mayor.
Con lo cual, su poderoso alegato que diluido en una mirada paternalista y burguesa, que logra llegar a ser una propuesta notable, gracias a su majestuosa fotografía, en un cuidado blanco y negro que la enlaza con la obra más reciente de Pawel Pawlikowski. A ello se suma, la maravillosa actuación de Yalitza Aparicio. ‘Roma’ vale más por su cuidado envoltorio que por su trama, que hubiera podido dar mucho más de lo que finalmente ofrece.
Pero también es honesto admitir que es tanto el mimo por el detalle estético que busca Cuarón, con un estilo que evoca al del colombiano Ciro Guerra, que logra que su belleza artística consiga deslumbrar a una trama más melodramática de lo que parece y menos solemne de lo que aparenta. Sin duda, su mayor valor es su delicadeza visual, con la que el realizador logra causar ese efecto de cine de autor que ha convencido a buena parte de la crítica. Sin embargo, qué lejos se queda de las estupendas ‘Cold War’, ‘El abrazo de la serpiente’ o ‘Cartas de la guerra’.