Nos llega del Festival de Sitges una propuesta de ciencia-ficción y distopía con perspectiva de género. Paradise Hills propone un cruce entre Las mujeres perfectas, Un mundo feliz, El cuento de la criada y el cine de internados femeninos. El uso irónico de la estética kitsch del cine romántico comercial es el punto fuerte de la producción.
Paradise Hills de Alice Waddington
Aunque su reparto internacional pueda inducir al despiste, Paradise Hills es una producción española dirigida por una debutante, Alice Waddington, que es de Bilbao a pesar de su nombre anglosajón, y coescrita por el director Nacho Vigalondo a partir de una idea original de la directora. Ha sido uno de los títulos que ha ofrecido una mirada femenina en la sección a concurso de la última edición del Festival de Sitges y gira en torno al concepto de la distopía de ciencia-ficción de apariencia amable, emparentada hasta cierto punto con el subgénero de terror ambientado en internados femeninos.
Un mundo feliz en versión femenina
De hecho, la película utiliza la estética kitsch de la comedia romántica hollywoodiense y del cine tradicionalmente pensado para mujeres: tonos rosa y pastel y un ambiente burgués confortable y decadente en el que se pretende domesticar a chicas díscolas de buena familia llevándolas por la senda correcta del matrimonio heterosexual y la maternidad. El referente más obvio sería Un mundo feliz, la novela en la que Aldous Huxley imaginó, muy atinadamente, que la sumisión a la tiranía no se conseguiría imponiéndola por la fuerza, sino a través del consumismo hedonista y la indolencia, pero tampoco podemos eludir ficciones más actuales como El cuento de la criada en una historia que se centra en en un rígido orden sexista y no en el control y el sometimiento igualitario entre géneros que proponía Huxley. No obstante, la ficción con más puntos en común con Paradise Hills sería la novela Las poseídas de Stepford, de Ira Levin, que fue llevada al cine en 2004 bajo el título en España de Las mujeres perfectas.
Con estos mimbres se ha tejido un relato que tiene en su dirección artística, ambientación y vestuario su principal baza, transgrediendo la estética del cine comercial para público femenino al convertirla en algo inquietante. En cambio el trabajo con la cámara y ciertos aspectos del guión, como el diseño de los personajes, son más bien propios de una serie televisiva y la estructura del guión, basada en una serie de intentos infructuosos de escapar del balneario – hotel – cárcel en el que transcurre la acción es también convencional.
El conjunto es agradable de ver y la pelicula, aunque carece de aspectos sobresalientes o particularmente brillantes, consigue ofrecer un relato comercial de género agradablemente salpicado de feminismo y de crítica a las convenciones de Hollywood.
Como anécdota, sorprende el giro hacia la perspectiva de género que han dado en los últimos años los guiones de Nacho Vigalondo; el título que nos ocupa o su hasta ahora última obra como director, Colossal, muestran una empatía hacia los personajes femeninos que brillaba por su ausencia en trabajos anteriores como Open Windows o Extraterrestre.