Los amantes del cine gamberro y de las emociones fuertes tienen una cita con La caza, un híbrido de acción, terror y humor negro en el que una serie de personas participan involuntariamente en un juego de caza de humanos. Hilary Swank es la villana que se enfrenta con Betty Gilpin, la antiheroina de la historia.
LA CAZA de Craig Zobel
Alien, el clásico de Ridley Scott, hizo historia y creó escuela en muchos sentidos. Un aspecto del que no se suele hablar demasiado es de como juega al engaño en el comienzo presentando a varios personajes que creemos que van a ser los protagonistas de la historia para matarlos a los pocos minutos, lo que en los años 90 copiaría con gran desparpajo Wes Craven al comienzo de la saga Scream. En La caza se hace lo propio con Emma Roberts y con una serie de personajes para desorientar al espectador, hasta quedarnos, como en los ejemplos que hemos mencionado, con una heroína, o más bien antiheroína, cuyo modo de actuar es de todo menos ejemplar.
Estamos hablando de referentes del cine de terror; no sería descabellado situar al film en este género, aunque con muchos peros, no solo porque la estructura narrativa y la forma de situar la violencia en la historia la acercan más al género de acción, si no sobre todo por un arriesgado tono de ironía y autoparodia que lo acercaría más al terreno del cine de Quentin Tarantino, especialmente el inevitable enfrentamiento final entre la villana y la antiheroina, que no puede o no quiere evitar recordar a Kill Bill. Esta es la principal baza de la película pero también un arma de doble filo; ir alternando el realismo con el disparate y el cliché puede gustar a unos y disgustar a otros.
Mezcolanza de géneros con cierto mensaje político
La caza es un típico producto de nuestro tiempo, un híbrido de referentes no solo culturales sino también ideológicos. A diferencia del mencionado Tarantino, la película no se mueve tanto en el terreno del homenaje a títulos ni a corrientes cinematográficas como en el del mestizaje entre las leyendas urbanas de ricos que asesinan a personas por diversión, y la reflexión sobre la polarización cada vez más extrema que se da en nuestras sociedades, el enfrentamiento tan propio de nuestra época entre el elitismo cultural e intelectual que se sustenta en la defensa de las minorías y que cada vez se va radicalizando y volviéndose más narcisista y más misántropo, como denuncia el film, y el populismo racista y machista de siempre, cada vez más crecido en su nueva condición de ideología independiente y alternativa. ¿Es una virtud o un defecto que una película con un tono tan frívolo introduzca un subtexto sociopolítico? Eso deberá decidirlo cada espectador.
En cualquier caso estamos ante un producto de metraje ajustado, lleno de adrenalina y de cierto contenido, que podríamos discutir si tiene o no mayores pretensiones. Los amantes de la sangre y del humor negro y un tanto perverso no deberían perdérselo.