Con el estreno del remake del hasta ahora más que fiable Gil Kenan (Monster House, City of ember) a la vuelta de la esquina, no está de más recordar de dónde viene el legado que hereda gracias a la producción de Sam Raimi, donde tratará de revitalizar el recuerdo del original, escrito y producido por Steven Spielberg en 1982 y que dirigió un Tobe Hooper en busca la confirmación que ni The Funhouse ni mucho menos Trampa mortal le otorgaron después de revolucionar el cine de terror con La matanza de Texas.
Poltergeist se estrenó en el verano de 1982 y fue uno de los éxitos de la temporada, ocupando el octavo puesto en el ranking USA de ese año con más de 76 millones de dólares, cifras que ahora dirían muy poco de una producción semejante, pero que solamente se vio superada por títulos históricos como E.T. (nadie podría hacer sombra al extraterrestre de Spielberg), Porky’s o títulos oscarizados y diseñados para conquistar a todos los espectadores del planeta, como Tootsie u Oficial y caballero. De hecho, la película de Hooper multiplicaría por tres o por cuatro las recaudaciones de películas como Tron, Blade Runner, El guerrero de la carretera o La Cosa.
La película, basada en una historia de Steven Spielberg, que también intervendría en el guión y final y en la producción, era un producto de exquisita factura (a pesar de la cantidad de gazapos en forma de gente del equipo que estaba donde no tenía que estar) y 1oo% Spielberg, con esos barrios llenos de niños en bicicleta, música amable y ambiente sano. Puede que la mano de Hooper se viera en la presentación de los padres de la familia Freeling, dos fumetas que llenan la cama de marihuana mientras intentan liar un canuto. Ejemplares padres liberales que me gustaría ver a qué se reducen en esta nueva versión.
Recordaba la película dividida en dos partes bien diferenciadas: el festival de fenómenos paranormales y horror que brinda la Industrial Light & Magic, que acaba de celebrar su 40 aniversario y el drama familiar de una madre en busca de su hija. Para nada: Poltergeist tiene bien merecido el título de clásico. Frenética, dinámica y con un equilibrio entre jiji jaja y uh qué miedo que muy pocas, por no decir ninguna, han logrado superar. Puede que títulos como Noche de miedo o Jóvenes ocultos se acercasen, pero quedan lejos.
El reparto es fabuloso y Craig T. Nelson y JoBeth Williams hacen una pareja perfecta y cómplice. Hay un momento fabuloso cuando el padre de familia acude a los parapsicólogos y rectifica la edad de su mujer de 31 a 32 años antes de presentar a su hija de 16… Puro cine de evasión lleno de lecturas y con un montón de verdades entre líneas.
1986 ya es otro cantar. El mundo ya temía a Fred Krueger y Jason Voorhees llevaba varios veranos masacrando peña, así que sin producción de lujo, sin director de renombre y sin demasiado material paranormal que no remita a cualquiera de las secuelas de esas películas, la taquilla respondió con mucho menos entusiasmo. La culpa, probablemente, la tiene esa parte de magia ancestral india que debe enfrentarse al mal, encarnado por el muy acojonante (de acojonar, de dar miedo) Julain Bane en el papel de Kane, un jode infancias de mucho cuidado.
Con el reparto original al completo, Poltergeist II es una secuela de manual, carente de magia y capaz de ponernos delante de los ojos a una criatura repugnante venida del infierno o a un indio rodeado de mariposas. Supongo que Brian Gibson, un director sin demasiada personalidad, no supo o no pudo poner algo más de pasión. Lo peor es lo inconexa que resulta con la original, ya que ahora personajes tan marcados como el padre tienen un comportamiento completamente opuesto a lo que habría hecho cuatro años atrás. De todos modos, lo peor aún estaba por llegar.
Sesenta y ocho, has leído bien. Ese es el puesto que ocuparía la tercera parte de la saga en lo que sería el año de Rain Man, Roger Rabbit y El príncipe de Zamunda (ahí está el top 3), y donde hasta títulos tan infames como la secuela de Arthur: el soltero de oro, recaudaron más dinero que la peli de Gary Sherman. Y eso que el director de Poltergeist III tenía algo más de garra, como demostró en la obra maestra Muertos y enterrados, la demencial Raw Meat (editada en España en dvd de mercadillo pero con buena copia y bajo el título de Subhumanos) o en Se busca vivo o muerto, un disparate de acción ochentera protagonizado por Rutger Hauer y con Gene Simmons, el bajista de KISS, dando guerra por ahí.
En Poltergeist III sólo la tristemente desaparecida Heather O’Rourke repetiría, ya que la pequeña Carol Anne pasa una temporada con sus tíos en Chicago. O deberíamos decir en un decorado, porque la película abusa de los interiores fríos de un rascacielos de la ciudad. De hecho, la película parece una mala imitación de Demons 2, mucho más divertida, aterradora y bestia que la que ahora nos ocupa.
Poltergeist III es un desastre mayúsculo, un (poco más que) telefilm rancio con un reparto que no se cree lo que está haciendo y un último episodio que no debería haber salido jamás a la luz. Nada funciona, nada da miedo, todo es aburrido y la gente habla de cosas que nos importan un rábano.
A pesar de que ya contemos con clásicos contemporáneos con mucho de la peli de Hooper, como The Conjuring o El último exorcismo.
Última actualización: 21/05/2015