Nos acercamos poco a poco al ecuador de esta cuarta temporada de The Walking Dead y los acontecimientos más relevantes comienzan a devenir poco a poco. Hoy toca el turno de analizar el sexto capítulo de esta nueva sesión bajo el nombre de “Cebo vivo”. Una vez más os avisamos que recorreremos lo más recóndito y analizaremos todos los detalles acontecidos en este episodio (Spoilers), así que aquellos que aún no lo hayan visto corred como zombis de “28 Días Después” para hacerlo y luego venid a compartir con nosotros vuestra opinión al respecto.
Como ya nos prometieron los productores de la serie, Robert Kirkman y Scott M. Gimple, tendríamos algunos capítulos dedicados por entero a la figura del Gobernador interpretado por David Morrissey. Pues aquí tenemos uno de ellos y hasta cierto punto bastante sorprendente, ya que veremos a este villano de villanos de una forma bien distinta a lo que estamos acostumbrados a ver, por lo menos desde que su hija zombi Penny murió a manos (o a katana) de Michonne (Danai Gurira). Además se nos presentan nuevos personajes que en los comics de Kirkman tuvieron relevancia en ciertos momentos de la historia.
Comenzamos el capítulo tal y como acabamos el anterior “Internamiento”, con la figura del Gobernador. Tras dejar en el camino a gran cantidad de muertos inocentes, Philip (el Gobernador) y sus lugartenientes Martínez y Shumpert se refugian en un alejado campamento en el bosque, en medio de la nada. El Gobernador ensimismado en su mundo de locura y la tortura de sus recuerdos hace caso omiso a los zombis que le rodean, siendo Martínez quien tiene que salvarle la vida de una caminante que acechaba el campamento. Tras pasar la noche, Philip se dará cuenta de que está definitivamente solo ya que sus acompañantes hartos de su desequilibrio mental y probablemente no fiándose de él, deciden abandonarle a su suerte.
A partir de aquí viviremos una pequeña odisea donde el Gobernador mostrará un aspecto mucho más cercano al visto en el cómic original. Prominente y descuidada barba y larga melena. Una vez más vemos como los espacios temporales entre serie de acción real y obra en papel no se respetan, cosa lógica desde luego porque hablamos de formatos y lenguajes distintos aunque muchos no quieran entenderlo, realzando una de las bases de esta serie que es el no saber que podrá pasar con los diferentes personajes, esa incertidumbre que luego se traduce en buenas cotas de tensión.
Es aquí cuando Philip, tras ver en la ventana de un edificio a una pequeña niña que le trae a la mente el recuerdo de su hija, entrará en la casa de la familia Chalmers no sin ciertas desconfianzas y advertencias por parte de los inquilinos que finalmente le terminan dando cobijo tras desarmarlo. La familia Chalmers introduce los personajes de la joven pero dura aprendiz de policía Tara, a su hermana mayor y enfermera Lilly, a la hermana pequeña de ambas Megan y al padre de las chicas, un enfermo terminal de cáncer.
Los miembros de la familia intentarán comunicarse desde un principio con el Gobernador, aunque en un primer momento apenas consiguen sacar palabras de su boca, pero el cada vez mayor aprecio que comienza a sentir por la pequeña Megan y sus atormentados recuerdos en Woodbury, fomentará una relación de ayuda mutua entre todos donde Philip, que se presenta a los Chalmers bajo el nombre de Brian, incluso arriesgará su vida contra un grupo de caminantes por un simple juego de mesa para recuperar la ilusión de la pequeña. Nos llamará la atención y mucho la humanización brutal del personaje interpretado por David Morrissey, casi de 360º y pareciendo intentar dejar de lado su lado más oscuro.
Poco tardará el Gobernador en volver a su aspecto habitual por cierto, con un afeitado y un pelado exprés que le dejará exactamente igual en aspecto a sus momentos de gloria en Woodbury. Un nuevo punto de interés acontecerá cuando el padre de familia termine falleciendo mientras que Philip y Megan juegan una tranquila y tierna partida de ajedrez. Lo que no saben los Chalmers es que todo aquel que muere tras el apocalipsis zombi termina convirtiéndose en un muerto viviente, y cuando el recientemente fallecido vuelva a la vida con sed de sangre será el propio Gobernador quien intervenga para reventarle literalmente la cabeza con una bombona de oxígeno, lo que dejará atónitas a las presentes.
Estos crudos acontecimientos no impedirán que Tara y Lilly prácticamente obliguen a Philip a llevarlas con él para buscar un lugar más seguro donde vivir y resguardar a la pequeña Megan tras la muerte del cabeza de familia. El Gobernador ante su negativa inicial terminará cediendo, mostrando una vez más aquí su asombrosa debilidad y emprenderán camino juntos. Antes de esto el Gobernador decidirá quemar una foto donde se reflejaba su imagen, la de su mujer y la de su hija, ¿Un intento por olvidar el pasado que le atormenta y comenzar una nueva vida?
En mitad de su travesía y mientras duermen, Philip que pese al holocausto parece que no le faltan mujeres que se rindan a sus encantos, verá como Lilly busca su complicidad entre las sabanas y el Gobernador entrará al trapo inmediatamente. Pero la aparente tranquilidad como no podía ser menos en The Walking Dead durará poco y tras fallar el motor de la caravana con la que se desplazan se encontrarán con un grupo de amenazadores caminantes. Philip cogerá en brazos a Megan y correrá raudo y veloz para ponerla a salvo aunque para colmo de desgracias terminan cayendo en un foso con un buen número de zombis.
Nuevamente, con la fuerza, fiereza y salvajismo que han hecho de el Gobernador un villano de época en la tercera temporada de The Walking Dead, acaba con sus propias manos con el grupo de muertos vivientes, arrancando mandíbulas, cuellos y aplastando cabezas. Pero aquí no se acabarán las sorpresas ya que este episodio llega a su fin cuando en la parte superior del foso aparece de nuevo el anterior hombre fuerte del Gobernador, Martínez, apuntando con su arma.
VEREDICTO
Difícil capítulo de digerir este nuevo episodio de la cuarta temporada de The Walking Dead por muchos motivos, que no por ello negativos. En una extraña corriente que parece recorrer en esta nueva sesión de la serie, vemos como los personajes principales van cambiando diametralmente sus roles en cuanto a personalidad. El primer cambio lo vimos en Tyreese (Chad Coleman) que pasó de ser un amable y gentil bonachón a convertirse en una auténtica bestia descontrolada. Otros personajes como Michonne, que parece haberse ablandado con gestos como ir en caballo a la búsqueda de cómics para Carl (Chandler Riggs), o Carol (Melissa McBride) capaz de matar a sangre fría y por cuenta propia, también han dado un giro importante a las características de sus personajes.
Pero hasta ahora nada tan diametralmente notorio como lo acontecido aquí con el Gobernador. De momento ni nos gusta ni nos disgusta, porque primero tendremos que ver como y donde termina todo esto, pero esperamos que los productores y creadores de esta nueva temporada sepan seleccionar bien las idas y venidas de los personajes, muertes incluidas, para mantener la atención e interés del espectador. Capítulo interesante, diferente, hasta cierto punto intimo en la figura del Gobernador, un personaje netamente interesante, que nos encanta y que es magistralmente interpretado por Morrisseey. Lo que le valió que con todo merecimiento se optara por dejarle con vida tras el asalto a la prisión en la tercera temporada a diferencia de lo acontecido en el cómic de Kirkman.
Recordad que lo vivido en este episodio es un flashback y que en el final del episodio cinco veíamos al Gobernador frente a la prisión. ¿Cómo habrá llegado hasta allí y con qué intención? ¿Irá acompañado de Tara, Lilly y Megan? ¿Decidirá Martínez seguir acatando las órdenes de Philip? ¿Conseguirán Rick y compañía ganar la guerra al virus mortal que asola la prisión? ¿Volverá Carol? Sin darnos mucha cuenta, se van germinando puntos de interés a lo largo de estos capítulos que pueden depararnos momentos memorables y aquí estaremos para contároslo todo…
VALORACIÓN FINAL: 8
Última actualización: 13/02/2014