Que Oliver Stone siempre ha sido muy crítico con el gobierno de Estados Unidos es algo que todo el mundo sabe, su filmografía ha mostrado el otro lado de la visión de la historia estadounidense y cómo el país ha logrado ser la primera potencia mundial y también se ha convertido también en el que dicta las normas. No obstante, con ‘Snowden’, el cineasta vuelve a mostrar que, desde ‘Alejandro Magno’, sigue sin levantar cabeza.
Joseph Gordon-Levitt como Snowden en la nueva película de Oliver Stone
Edward Snowden siempre quiso servir a su país, por eso se alistó en el ejército, pero su cuerpo le dice que no, por lo que queda inhabilitado para ser soldado. Aun así, Snowden quiere servir a su país, es por eso que no dudó intentar unirse a la CIA, su extraordinaria inteligencia y excepcional habilidad con los ordenadores lo convierte en una figura indispensable en la organización y pronto le asignan importantes funciones de espionaje. No obstante, lo que a Snowden le sorprende es que se vigile principalmente a países aliados como Alemania, Brasil o el Reino Unido pero lo que más le llama la atención es que el gobierno de los Estados Unidos vigile especialmente a sus propios ciudadanos, esto provoca que Snowden quiera hacer público la mala praxis de las organizaciones gubernamentales.
La verdad es que ‘Snowden’ prometía en convertirse en una película incómoda con el poder, de esas que evidencia la corrupción del poder o el control de los medios de comunicación. Sin embargo, Oliver Stone no es Sidney Lumet ni George Clooney y ‘Snowden’ queda muy lejos de propuestas sugerentes y que mostraron al individuo contra el poder como ‘El dilema’ o ‘Todos los hombres del presidente’. En ese sentido, Stone se acerca peligrosamente a Ken Loach, con una película maniquea y manipuladora. Aunque es verdad que Stone, pese a sus feroces comentarios llenos de furia, no se traduce en películas con un mensaje tan potente. Es más, ‘Snowden’ apenas roza críticas hacia el poder, centrándose demasiado en la imagen personal del exagente de la CIA, cuando precisamente el propio Snowden no quería ser el protagonista, sino las evidencias de la tiranía del poder.
Snowden se queda solamente en buenas intenciones
En ese sentido, es imposible no compararla con el documental ‘Citizenfour’ de Laura Poitras, que encima se muestra de manera ficcionalizada en el filme. Si la propuesta Poitras, que encima era real, parecía un espeluznante thriller de espionaje, que ponía los pelos de punta al mostrar cómo el sistema se había corrompido “en defensa” de la protección de la ciudadanía, en ‘Snowden’ se centraliza demasiado en la vida personal del protagonista, su novia y sus propios miedos, queriendo mostrar el “lado humano y sentimental” del “héroe americano” que quiere presentar Oliver Stone pero eso provoca que su mensaje quede diluido en un retrato idealizado, sesgado y claramente manipulador.
Ni siquiera Joseph Gordon-Levitt puede salvar una propuesta que se queda a medio gas. Además, es una de las interpretaciones más flojas del actor de ‘Don Jon’. Tampoco lograr brillar del todo Shailene Woodley, como tampoco ese mensaje de concientización sobre la realidad que rodea a la humanidad del siglo XXI, lo que provoca que ‘Snowden’ sea una propuesta fallida más en una carrera que, a día de hoy, es mucho ruido y pocas nueces.