El cine navideño es, como la propia navidad, algo que puede gustarnos o no, pero que nos llega inexorablemente una vez al año. A veces son obras maestras como Qué bello es vivir o Love Actually (sí, qué pasa), y otras veces son películas destinadas a mecernos un par de horas mientras dormimos la cena de Nochebuena.
En el caso de Navidades, ¿bien o en familia?, estamos por desgracia en el segundo caso. Y uno se siente especialmente decepcionado en este caso porque los mimbres no eran malos. Un reparto formado por varios secundarios de prestigio del cine americano a los que siempre apetece ver como John Goodman, Diane Keaton o Alan Arkin, consigue que uno entre en la sala confiado y animado a dejarse imbuir por el espíritu de la navidad y de la comedia romántica comercial pero resultona.
Finalmente, Navidades, ¿bien o en familia? no es más que un pastiche de tópicos torpemente hilvanados sobre la navidad, el amor y las relaciones familiares.
Lastrada por una de las voces en off más pesadas y persistentes vistas (o escuchadas) en mucho tiempo, la película tiene además problemas para definir su tono, dando bandazos entre la comedia sin risas y el drama sin lagrimas.
Mención especial merece Diane Keaton, actriz de enorme prestigio y notables papeles hasta que, hace ya más de diez años, decidió tirar por la borda su carrera e interpretar, película tras película, a una especie de mujer madura histérica que convierte a Jim Carrey en un ejemplo de contención y sobriedad. En Navidades, ¿bien o en familia? ejerce además como productora ejecutiva, con lo que el “espectáculo” está servido.
Hay ciertos aspectos del filme que se salvan como la historia entre los personajes de Alan Arkin y Amanda Seyfried, en una trama ciertamente inverosímil pero que logra mantener el interés por el buen hacer de ambos. Y John Goodman funciona siempre bien aunque como en esta ocasión vaya con el piloto automático puesto. Pero en general estamos ante una película torpemente prefabricada (la historia de Olivia Wilde es de vergüenza ajena).
Un producto con vocación de agradar a todos los públicos que se pierde buscando ser la nueva Love Actually. La diferencia es que mientras aquella estaba escrita y dirigida por el gran Richard Curtis (Notting Hill, Una cuestión de tiempo, Cuatro bodas y un funeral), está Love the Coopers en el original (enésima absurda traducción de un título en nuestro país), está escrita por el guionista de, entre otras, Posdata: te quiero.
No sé si pasaréis estás navidades bien o en familia, pero desde luego no os recomiendo que las paséis con los Coopers. Avisados estáis.
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