Han pasado casi 20 años desde que la realizadora australiana Jocelyn Moorhouse volviese a la dirección de un largometraje. No ha estado desocupada precisamente, ha estado enfocada en su labor de directora teatral y apoyando a su marido, el cineasta P.J. Hogan, en la labor de guión y producción de algunos de sus proyectos. Con lo cual, su regreso al cine tenía una gran expectación. ‘La modista’, presentada en el Festival de Toronto y protagonizada por Kate Winslet.
Año 1957, en un pueblo perdido de Australia. Tilly Dunnage se ha convertido en una reconocida modista que trabaja en París. Vuelve a su pueblo después de estar mucho tiempo exiliada. Su objetivo está claro, saldar cuentas pendientes, cerrar heridas del pasado y vengarse de aquellos que provocaron su marcha.
Algo que se le agradeció a Moorhouse en los 90 fue su capacidad de dignificar los melodramas que, en apariencia, parecen propios de las sobremesas de las televisiones. Su anterior producción, ‘Heredarás la tierra‘, ha sabido envejecer con el paso del tiempo. Sin embargo, el regreso de la realizadora australiana con ‘La modista‘ se antoja como decepcionante.
Con un inicio que promete en toda regla, al parecer una revisitación al spaguetti-western en forma de mujer voluptuosa, glamurosa y sedienta de venganza. Sin embargo, la directora pone todo su empeño en resultar exagerada, provocando momentos realmente cómicos y extravagantes. Al contrario de lo que podría parecer, ese tipo de ejecución favorece gracias a su tuno ligero, que permite disfrazar un subtexto en el que se percibe una fuerte crítica hacia la vida en los pueblos, en los que todos se conocen y la letra escarlata se suele utilizar con frecuencia.
Con toques de comedia negra entremezclados con dosis de romance, de drama, de crítica social y de surrealismo. El resultado, al inicio, es una obra atrevida y alocada y mucho más profunda de lo que realmente aparenta. Entonces, ¿qué es lo que falla? Una falta de conexión entre todos esos elementos, logrando que se convierta en un popurrí de ideas atrevidas que quedan en un vano de intento de crear algo diferente.
Lo que provoca que la película no se derrumbe del todo es la solvencia de su reparto, liderado por una sensual Kate Winslet. Su papel de diseñadora vengadora tiene una presencia que sólo puede tener esta actriz británica, considerada la mejor de su generación. Junto a ella un Liam Hemsworth que, paradójicamente, consigue darle credibilidad a su personaje, como ya pasó con ‘Cut Bank‘.
Restando su apartado interpretativo, ‘La modista‘ se queda una proposición llena de buenas intenciones, que logra tener una primera mitad estupenda pero que va decayendo completamente después de la resolución de un conflicto, provocando la sensación de estar viendo una versión alargada de la misma. Una composición desordenada que, en caso de haberse combinado bien, hubiera dejado una llamativa y atrevida propuesta que se queda sólo en un mero guiño descarado.