Hollywood ha encontrado en los últimos años una lucrativa vía de negocio en las adaptaciones en imagen real de grandes clásicos de la literatura, llevados al cine anteriormente en su mayor parte por Disney en formato animación. Esta tendencia nos ha deparado productos muy dignos como La cenicienta dirigida por el gran Kenneth Branagh, y otros más dudosos como Maléfica.
Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina del hielo se enmarca claramente en el grupo de las decepciones. Esta continuación/precuela de Blancanieves y la leyenda del cazador puede presumir de haber conseguido reunir un reparto más que notable. Pierde respecto a la original a Kristen Stewart por su escarceo amoroso con el director de aquella, Rupert Sanders, que le costó su relación con Robert Pattinson —fin de la crónica rosa—. Pero gana a la omnipresente Jessica Chastain y a Emily Blunt. Además podemos encontrar en un papel secundario al siempre divertido —salvo aquí— cómico inglés Nick Frost (Zombies Party).
El gran problema de la película se encuentra en su carencia de tono definido. Por momentos parece un cuento de hadas clásico para todos los públicos, hay otros en los que se transforma en una serie B de Juego de Tronos, e incluso flirtea con el cine más trash con el enfrentamiento final entre los personajes de Theron y Blunt. Chris Hemsworth está especialmente desafortunado en esta ocasión. Está claro que el australiano nunca ha sido Lawrence Olivier, pero en Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina del hielo hace que uno se plantee seriamente si no estaremos ante uno de los actores más limitados de su generación —con permiso de Mario Casas—.
A nivel técnico no hay nada que reprochar a la película —solo faltaba—, los efectos especiales son del nivel que cabría esperar en una producción de este tipo y James Newton Howard, aún con el piloto automático puesto, cumple en la banda sonora. Pero al metraje le sobra media hora y le falta brío y una historia un poquito más elaborada que la que nos cuenta.
Hay un aspecto a destacar, y de manera notable eso sí: su vestuario. Collen Atwood es una grande (ganadora de 3 Óscares) y realiza un excelente trabajo jugando con los colores para mostrar el contraste entre las dos Reinas malas de la película. Especialmente en el caso del personaje de Theron, sus trajes son realmente espectaculares. Pero al igual que en los noventa no veíamos Noche de fiesta por sus desfiles de ropa interior, en Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina del hielo el público espera algo más que un epatante desfile de modelitos. Al menos pasar un rato entretenido y, en muchos casos, acompañados por niños —como Michael Jackson—. Y ni los padres, ni los hijos, ni la abuela quedarán satisfechos en este fallido híbrido entre Juego de tronos, Frozen y The Rocky Horror Picture Show.
Tráiler de Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina del hielo
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