El Corredor del Laberinto es el nuevo intento de franquicia cinematográfica partiendo como base de una exitosa saga literaria, y donde el público joven es nuevamente el principal objetivo.
Wes Ball, un experto en cine de animación, es el cineasta encargado de llevar a cabo este ambicioso proyecto. En su reparto encontramos un elenco de promesas con Dylan O’Brien, Thomas Brodie-Sangster, Kaya Scodelario entre otros, y como guionista se hace uso del propio James Dashner, autor de la obra original.
Partiendo como base de la no aceptación de que toda película de ciencia ficción basada en novela de éxito y orientada para público joven debe ser catalogada como mediocre, es difícil analizar El Corredor del Laberinto sin un marcado halo de decepción.
Ensayo de luces y claros, con destellos de genialidad pero un plano general donde el bostezo se convierte en el principal protagonista. Wes Ball muestra toda su experiencia en la animación para dotar a la película de un aspecto visual fascinante, con efectos especiales a la altura, pero su manejo del ritmo es el de una montaña rusa poco engrasada. Una primera entrega de lo se espera sea una larga y fructífera franquicia no es bocado fácil, a la hora de la presentación de los personajes, el cónclave, el espacio/tiempo y los objetivos de los protagonistas. Pero en este caso, la falta de intensidad y emoción de hace incluso más patente que en otros casos similares.
Las escenas de acción cumplen su cometido, aunque su duración y número quedan en nada a lo largo de dos horas de metraje. Las actuaciones están aquí por encima del propio desarrollo de sus personajes, donde el 90% del reparto pasa absolutamente desapercibido y sin capacidad alguna de generar afinidad con el espectador.
Sea como fuera, y con un producto que ahoga pero no aprieta, El Corredor del Laberinto es una primera entrega que no llega al mínimo exigible, pero que sienta las bases necesarias para que con las correcciones necesarias podamos estar ante una saga con un valor sustancial (vimos un caso similar con Los Juegos del Hambre). Sus cimientos, desarrollados con poco encanto y falta de intensidad, ya están ahí y estamos ante una saga literaria con interesantes historias que contar incrementando los niveles de adrenalina, apartando a un lado el soponcio generalizado y manteniendo un ritmo constante sin altibajos.
El contar con el doble de “gordi” de Los Goonies, una suma de muertes por encima de los dos dígitos, y algunas secuencias que nos recordarán a Humor Amarillo y a Ataque a los Titanes daba para sobresaliente, pero El Corredor del Laberinto llega tarde al aprobado y se queda en un quebradero de cabeza poco memorable.
2 / 5