Curiosa y atrevida. Yo no soy Madame Bovary, Concha de Oro del 64º Festival de San Sebastián, llega para mostrar una absurda y mordaz sátira de comedia negra que va convirtiéndose en un desgarrador drama. Con una fotografía exquisita, su forma de rodarse, sin duda, no dejará indiferente a nadie.
En 1610, Lanling Xiaoxiao Sheng en la celebrada novela ‘Flor de ciruelo en vasito de oro’ escribió: “De los enamoramientos demasiado profundos sólo se derivan pesares y tras el amor todopoderoso, sólo queda el resentimiento”. Considerado un clásico de la literatura china, este aclamado libro sirvió para que el escritor Liu Zhanyun escribiese ‘Yo no soy Pan Jinlian’, obra que adapta el aplaudido realizador Feng Xiaogang como ‘Yo no soy Madame Bovary’ para el público occidental. Protagonizada por Fan Bingbing, la cinta logró la Concha de Oro en el 64º Festival de San Sebastián, la Concha de Plata para su actriz protagonista y el premio FIPRESCI de la crítica durante su paso por el Festival de Toronto.
Li Xuelian ama a su marido pero se quiere divorciar. ¿El motivo? Los dos quieren lograr un piso en una zona más privilegiada, lo que será más fácil si no están casados. Por ello, la pareja planea un falso divorcio, para conseguir el apartamento y, después, volverse a casar. Pero nada sale como Li se espera. El hombre, tras divorciarse, decide casarse con otra mujer y acusa a Li de adúltera, lo que provocará la deshonra en la comunidad, además de dejarle sin piso y en tierra de nadie. Dolida, traicionada y herida en su dignidad, Li Xuelian recurrirá la decisión del juez, con el fin de recuperar el honor perdido. Un proceso burocrático que se extenderá durante diez años, una década en la que Li irá guardando sus ansias de venganza.
Una complicada heroína sin aristas
Con el alma de comedia satírica y con cierto punto de absurdo con un toque de melodrama, la cinta logró sortear a la censura china y ser un auténtico éxito en su país natal, logrando más de 70 millones de dólares en taquilla. Sin duda, algo que hay que aplaudir, puesto ‘Yo no soy Madame Bovary’ fue una de las propuestas más atrevidas y arriesgadas del Festival de San Sebastián. No sólo por su aspecto técnico, está filmada en formato ojo de buey, con escenas en encuadre 1.0:1 y, como toque final, un ancho panorámico; sino también por un mensaje mordaz contra el gobierno comunista chino, con un entramado de corrupción y burocracia que pocas veces se ha podido ver tan sagazmente retratado en la gran pantalla sin que la censura, o la muerte, hayan hecho acto de presencia.
Porque ‘Yo no soy Madame Bovary’ empieza siendo una brutal sátira sobre la corrupción del gobierno cubierto bajo la cobertura de vendetta femenina que, poco a poco, va tornándose un desgarrador drama sobre una mujer que ve su vida completamente destrozada. De ahí, que lo que es una feroz crítica al sistema sea también un potente alegato feminista frente a una sociedad tremendamente machista, de ahí la importancia de su título. Fan Bingbing transmite ira, ansias de vendetta, dolor, compasión y, finalmente, tristeza. Sin duda, Concha de Plata merecida.
Una feroz crítica a la burocracia y corrupción del gobierno y a la sociedad patriarcal
Su título cobra mayor sentido en mandarín. Pan Jinlian figura literaria creada por Lanling, es el arquetipo de la femme fatale, de la mujer adúltera que paga un alto precio por su crimen. En la novela de Zhanyun se convierte en una imagen incómoda de un gobierno patriarcal y dictatorial, logrando el objetivo de empoderamiento femenino, como también de sentido crítico a favor de la democracia. De ahí que su traslación occidental, la Madame Bovary de Flaubert, no sea del todo acertada, al acercarla al fatalismo del realismo de la novela, algo que no encaja ni con el resultado final con la metáfora de la mujer adúltera a la que se hace referencia inicialmente, al ser motivos distintos los de Pan Jinlian y Emma Bovary.
Yendo más allá de este dato, ‘Yo no soy Madame Bovary’ es una experiencia cinematográfica diferente, una mezcla de comedia absurda, sórdido thriller, drama legal y, finalmente, un melodrama trágico. Todo ello hace de la película una propuesta atrevida, con una cuidada fotografía que contrasta con la violencia contenida del relato. De esa manera, el filme se convierte en claro heredero de obras como ‘Un toque de violencia’ de Jia Zhang Ke pero con el toque estético de películas como ‘Happy Together’ de Wong Kar Wai o ‘Regreso a casa’ de Zhang Yimou. Magnífico drama social, atrevida sátira política y brutal experiencia cinematográfica.
Tráiler en español de Yo no soy Madame Bovary