Evolución natural de ‘Maravillosa familia de Tokio‘. Yôji Yamada sigue siendo efectivo en el humor costumbrista. Una propuesta divertida aunque cierto toque amargo que es lo que le da un trasfondo complejo y diferente a su antecesora. Invita a querer ver qué sucederá en la tercera y última parte de esta agradable trilogía.
Verano de una familia en Tokio, una comedia sobre lo cotidiano
Yôji Yamada tiene claro que desea hacer una retrospectiva del modelo de la familia tradicional japonesa. Tras su homenaje a la obra maestra de Yasujiro Ozu, ‘Cuentos de Tokio’, con ‘Una familia de Tokio’, el cineasta mostró su lado más socarrón y paródico con ‘Maravillosa familia de Tokio’, que ha dado pie a una trilogía de la que ahora llega la segunda parte, ‘Verano de una familia de Tokio’, que sigue ahondando en las aventuras y desventuras de este peculiar clan de clase media.
Shuzo y Tomiko parecen haber encontrado un equilibrio en su matrimonio tras el intento de divorcio de ella. Más comunicativo con su esposa, el patriarca de la familia Hirata sigue siendo un cascarrabias desfasado. Su esposa ha decidido irse con sus amigas a los países escandinavos para ver la aurora boreal. Aprovechando ese viaje, el hombre querrá reencontrarse con antiguas amistades. Sin embargo, el coche que utiliza está lleno de arañazos y abolladuras, que demuestran que, quizás, ya no esté en edad de conducir. Pese que debe volver a examinarse de su carné dada su edad, el que siga conduciendo provocará un verdadero conflicto familiar, ya que sus hijos piensan que debe dejar el volante, algo que él siente que es un deseo de jubilarlo antes de tiempo.
Un enfoque diferente que entremezcla humor costumbrista con cierta crítica social
Lo primero que hay que tener claro con ‘Verano de una familia de Tokio’ es que parte de una premisa similar de ‘Maravillosa familia de Tokio’, o sea, que el público no debe esperar encontrarse con poesías y odas hacia lo cotidiano, como si se tratase de un filme del ya citado Ozu o de Mikio Naruse. Hay que verla como una ácida sátira social y una fuerte crítica a los rancios valores familiares de la sociedad japonesa, en la que se ve que la generación de los hijos puede llegar a ser más conservadora que la de los padres.
Eso sí, el filme es una evolución natural de los personajes, ya que siguen teniendo el mismo carácter, solo que visto en otra fase de la vida. Entonces, ¿qué ofrece esta segunda parte? Una perspectiva diferente, alejándose de la crisis matrimonial de la vetusta pareja para enfocarse más en Shuzo, el patriarca, y su enfrentamiento al ocaso de su vida. A ello se unen tramas secundarias que hacen hincapié en el dilema del anciano en cómo llevar el ocaso de su vida con la mayor dignidad posible y en la que sus hijos sepan acompañarlo, respetando sus decisiones e intereses, aunque no sean los que ellos deseen.
Divertida, amable y llena de trasfondo. Una interesante segunda parte
Ahí reside una interesante crítica hacia el papel que tiene reservado la sociedad japonesa para los ancianos, cada vez más numerosos en el país del Sol Naciente. A esa crítica también se une la figura del antiguo mejor amigo de Shuzo, Maruta, que muestra la cara más incómoda de lo que provoca que se viva en una sociedad cada vez más deshumanizada. Eso sí, todo envuelto en una capa de comedia que empieza siendo amable y alocada, con escenas que rozan el slapstick y que acaba derivando en un humor negrísimo en el que se trata la muerte, el duelo y el abandono familiar sin remilgos.
Quizás no sea tan desternillante como ‘Maravillosa familia de Tokio’, pero sigue siendo un ejemplo del magnífico estado de salud del cine de Yôji Yamada, que ha cofirmado el guion con Emiko Hiramatsu, que se ha convertido en la guionista del cine costumbrista japonés actual, ya que ella fue la que se hizo cargo de los anteriores trabajos de Yamada como las ya citadas ‘Maravillosa familia de Tokio’, ‘Una familia de Tokio’ y de ‘Nagasaki, recuerdos de mi hijo’ y ‘La casa del tejado rojo’ y que en 2019 volverá a la dirección cinematográfica, habrá que prestar atención a su nombre, que ya suena como heredera del propio Yamada y de otros cineastas como Hirokazu Kore-eda.
‘Verano de una familia de Tokio’ es una agradable comedia, aparentemente ligera, pero lleno de encanto y con una ácida crítica a la familia tradicional japonesa. Magnífica y que invita ya a pensar en la tercera y última parte de las aventuras y desventuras del clan Hirata.
Tráiler español de ‘Verano de una familia de Tokio‘